VALÈNCIA. Al grano: especialista en autodestruirse, el Valencia CF sabe que tendrá que convivir con una herida díficil de suturar. El mercado deja una brecha interna – a mi juicio, insalvable- entre propiedad, dirección deportiva y cuerpo técnico. Es un secreto a voces. El verano deja vencedores y vencidos. Y sobre todas las cosas, deja un panorama nítido: el que paga, manda. Peter Lim, que tiene todo el derecho del mundo a hacer con su dinero lo que le de la gana y por cuya cabeza pasa ahora eso de “el delegar se va a acabar”, ha sacado músculo este verano. Ha dejado claro quién manda, cual es el modelo de club que quiere y que nada ni nadie está por encima del negocio. Ni siquiera la pelota. Su club, sus reglas. Gustará más o menos, pero cuando se convirtió en el accionista mayoritario de una entidad histórica poniendo el dinero que otros no quisieron o no supieron poner, no engañó a nadie. Es el dueño de las acciones, que no de los sentimientos, y como tal, gestiona como le da la gana. Y eso no va a cambiar – aunque por un momento lo pareciese- nunca. Ni con Amadeo Salvo, ni con García Pitarch, ni con Rufete, ni con Ayala, ni con Alemany, ni con Marcelino. Este Valencia CF es y va a seguir siendo, hasta que alguien le compre las acciones, el club de Lim. Y hará lo que le de la gana.
Asumido y procesado, guste o no, Peter Lim ha intervenido directamente en la línea de proyecto y en el negocio, tomando una serie de decisiones que repercutirán en la temporada del Valencia CF. Veremos si para bien o para mal. El objetivo del club, al margen de activar la puerta giratoria para que entren y salgan jugadores, debería ser acabar la Liga entre los cuatro primeros, para lograr la clasificación para la Champions, que disputará por segundo año consecutivo este curso. Respecto a eso, no hace demasiado tiempo un hincha valencianista me preguntó por las redes sociales si pensaba que el Valencia tenía mejor plantilla que el curso pasado. Dije que sí. Después me insistió y me preguntó si consideraba que se había reforzado todo lo que debía para mantener su estatus y repetir lo de la temporada pasada. Le dije que no. Y esa esa, con la venia, mi humilde opinión. Que el Valencia CF no se ha reforzado como debía hacerlo.
La siguiente pregunta es ¿y la competencia del Valencia CF? ¿Qué ha hecho la competencia?Pues miren, han gastado muchísimo. Barça y Madrid están a años luz por músculo económico. Incluso el Atlético, al que el Valencia debería intentar acercarse, parece ahora mismo incluso un poco más lejos. Se ha hecho un equipo nuevo aprovechando sus maxi-ventas. E incluso parecería ahora mucho más lejos del VCF de haber comprado a Rodrigo, al que Peter Lim quería empaquetar por 60 kilos. Es decir, que a priori, muy lejos de esa terna, el puesto natural del Valencia sería el cuarto. Mantiene la base del año pasado, el bloque y el mismo técnico. Perfecto. Pero sus perseguidores han hecho los deberes. De entrada, el Sevilla, impulsado por Monchi, que es el Messi de los despachos, ha firmado jugadores de categoría – nada menos que 13- con un gasto por encima de los 150 millones de euros. Saben que no pueden repetir otro año por detrás del Valencia y se han apretado los machos. Su vecino, el Betis, que también aspira a ser equipo europeo, ha invertido 100 “kilos” firmando gente como Borja Iglesias o Fekir. Villarreal y Celta también se han puesto las pilas. Ojo.
No es que servidor crea que el Valencia CF vaya a hacer una campaña calamitosa, ni que venga aquí a venderles una temporada apocalíptica, no. Eso sí, como más vale prevenir, no está de más señalar que esta campaña el equipo no se ha potenciado como debería, que la competencia sí se ha reforzado hasta los dientes, que la exigencia es mayor y que la expectativa del personal, porque este club es grande, pasa por repetir o mejorar el curso pasado. Y con perdón, eso es fácil de decir y por lo visto este verano, muy difícil de hacer. Una cosa son las expectativas y otra, la realidad. Conviene que la gente lo tenga claro para que nadie se engañe durante el curso. Como solía decir el famoso doctor Sánchez-Ocaña, más vale prevenir.