VALÈNCIA. El valencianismo contiene la respiración en el tramo final del mercado. Por el momento, Rodrigo Moreno continúa en la plantilla del conjunto. La cercanía del final de plazo para inscribir futbolistas y las palabras de Miguel Angel Gil Marín, que dijo: “Creo que Rodrigo es imposible para el Atlético”, deberían ser suficientes para llegar tranquilos a los días finales previos al cierre de la inscripción de nuevas adquisiciones. Sin embargo, estando detrás de todo ello Jorge Mendes, nadie puede dar nada por concluido.
La voluntad del superagente portugués es la de llamar a todas las puertas posibles para buscar un resorte que active la salida de André Silva del Milán por una cantidad de dinero suficiente como para que los lombardos se lancen a por Correa. Y a partir de ahí, ya se sabe que la siguiente pieza en caer sería la salida de Rodrigo con destino a Madrid.
Una vez se rompieron (no se puede asegurar que de manera definitiva) las conversaciones entre milanistas y colchoneros por Correa, el siguiente movimiento de Mendes fue contactar con equipos portugueses sobre los que tiene una clara ascendencia para intentar encontrarle una salida a André Silva.
Probó con el Benfica, pero los lisboetas tienen ya el cupo de delanteros cubierto y no podían hacerle hueco con lo que dicha opción quedó descartada. Cerrada la puerta de las “Águilas”, puso también en movimiento una operación con el Sporting de Portugal. La idea era ayudar a colocar a los verdiblancos uno de los jugadores con mercado como Bruno Fernandes. Pese a que el representante del jugador es Miguel Pinho, Mendes se ofreció para intermediar y buscar un traspaso que rondara los 70 millones de euros.
Curiosamente, en la jornada de ayer el director deportivo de la Fiorentina, Daniele Pradè, habló del interés por el medio Raphinha, objetivo de su equipo y jugador del Sporting de Portugal. “El Sporting podría sacarlo del mercado porque Bruno Fernandes se irá al Madrid por 70 millones”, dijo durante la presentación de su último fichaje, Dalbert.
Si esta operación se lleva a cabo la propiedad compartida de Bruno Fernandes unida a los problemas de deudas con la hacienda lusa del Sporting, haría que dicha operación dejara en caja un máximo de 30 millones de euros. Con ese ingreso el Sporting podría llegar a cubrir los 25 millones de euros que el Milán está pidiendo por el traspaso de André Silva y movería todas las piezas. Eso es lo que pretende Mendes.
En la tarde de ayer, Radio Valencia informó de una operación de cesión propuesta por Mendes y en la que habrían dado el sí Anil Murthy y Adalberto Machado (padre de Rodrigo) para llevar al futbolista cedido hacia el conjunto colchonero por una o dos temporadas y de esa manera hacer asequible a los del Wanda el pago del jugador a largo plazo.
La operación se habría fraguado en Mónaco durante el sorteo de la Champions del jueves. Según la información citada por la propia emisora, el mismo Peter Lim habría frenado dicha negociación al exigir el pago ya del dinero. Dicen quienes le pudieron ver el jueves en Mónaco (a Mendes) que su aspecto manejando hasta tres móviles distintos -dos de ellos con dispositivo de manos libres- no dejaba lugar a la duda sobre la actividad frenética del portugués en este tramo final del mercado.
Por otro lado, desde Madrid llegan noticias de que el Atlético habría puesto en marcha el plan “B” que sería intentar una cesión del argentino del Inter Mauro Icardi, aunque el jugador estaba negociando con el Mónaco. En cualquier caso nadie es capaz de asegurar si la abrupta retirada de diálogo entre italianos y españoles se debe a una auténtica diferencia insalvable entre lo que unos piden y otros ofrecen, o si se trata de una estrategia para ver quién da un paso atrás a la hora de rebajar la postura de la parte contraria.
De momento pasan los días, Rodrigo sigue entrenando y parece que mañana podría ser titular ante el Mallorca. A esta hora, todo parece complicado, pero el personal sigue conteniendo la respiración hasta el primer segundo del día 3 de septiembre. Mendes sigue moviendo sus tentáculos y no se dará por vencido hasta que el reloj y el calendario dicten su derrota.