Mensajes de club

VALÈNCIA. El valencianismo salió de Montjuic con el orgullo intacto por rozar la gesta, y con un cabreo de mil pares de narices porque en plena tarea titánica le arrebataron la posibilidad de competir de igual a igual con el FC Barcelona.

Y los responsables directos de perpetrar un arbitraje como el del Lluís Companys fueron (de partida) dos: De Burgos Bengoechea y Jaime Latre. El primero de ellos, un perro viejo de vuelta de todo y que sabe cómo funciona un sistema del que el colectivo arbitral es uno de sus primeros cómplices: el error que favorezca al grande no supone ninguna amenaza para el colegiado. Ejemplo claro: cuando Gil Manzano hizo la torpeza de pitar a destiempo el final del Valencia-Real Madrid en Mestalla, sabía que se iba a la nevera de cabeza. De Burgos Bengoechea no tuvo presión ninguna en tomar decisiones incorrectas en contra del Valencia CF. Sabía que no iba a haber castigo.

El otro es Jaime Latre. En cualquier país normal estaría desacreditado para arbitrar ni siquiera partidas del Monopoly o de petanca. Sí sólo hubiera cometido el 10% de errores derramados contra el Valencia CF contra uno de los grandes, les aseguro que no le hubiera vuelto a tocar en suerte jamás.

Pero este es el perverso sistema alimentado desde liga y Federación (son tal para cual). Este es el sistema aplaudido y tolerado por los clubes. Este es el campeonato español que cada vez interesa menos pese a que los altavoces de la patronal del fútbol nieguen la evidencia. 

Esta es la liga que controla las retransmisiones y que decide que las protestas de los aficionados contra los dueños no existen. La que no saca las líneas del fuera del juego cuando es en contra del grande porque estas cosas "no dan una buena imagen del producto". Lo que realmente da una mala imagen de la liga española es la censura y una campeonato decantado para gloria de dos equipos y empobrecido para el resto. Cuando un colegiado sabe las peligrosas consecuencias de equivocarse contra los grandes, no es necesario darle órdenes.

Y luego está el Valencia CF. Ese club inexistente en materia deportiva. Con un director deportivo presente en Montjuic en lugar de en cualquier punto del planeta viendo futbolistas, porque va a fichar muchos jugadores del Barça o no conoce bien a los del Valencia CF. 

Ese club "mudo", desaparecido cuando se trata de defender los intereses del equipo de fútbol o de sus aficionados. La cacicada del cambio de horario del partido de Montjuic sólo fue criticada por Baraja, aunque el club filtrara el chiste de que se habían quejado a LaLiga en privado. Cuando la monserga llegó a Madrid alguno casi se ahoga del ataque de risa.

Pero como Baraja nunca cuestiona los arbitrajes porque sabe el nocivo efecto que puede tener contra su equipo, nadie del club sale a hacer el "trabajo sucio". No hay nadie, no hay mensaje de club. Liga y Federación saben que es fácil dispararle al murciélago porque como ya me comentaran el año pasado desde Madrid "no hay club". Laporta sale y dice que van a pedir repetir el partido del Bernabéu, Manuel Vizcaíno (Cádiz) pone el grito en el cielo cada vez que el VAR se la lía a su equipo, Osasuna hace un comunicado defendiendo sus intereses ante algunos arbitrajes ¿Y en el Valencia CF? La nada, el silencio, la callada por respuesta y la genuflexión ante los estamentos. 

Cuando el fútbol no importa, no existe el principio de acción y reacción. Con el tema de los beneficios urbanísticos y el Nou Mestalla (el único que ahora importa al propietario) siempre hay respuesta, oficial o filtrada (ahí sí se mueven con rapidez).

No basta con debilitar al equipo cada año, además deben dar la imagen de dejar solos a los niños que están demostrando mucho más respeto por el escudo del que nunca demostrarían los actuales rectores del club ni naciendo 60 millones de veces.

Esta es una de esas ocasiones en los que cabe recordar que hay silencios que son atronadores.

PD: el lunes vimos lo tremendamente diferencial que es Mamardashvili. Tranquilos, que el club nunca pensaría en vender un futbolista tan decisivo...