CONTRACRÓNICA

Mestalla 2-1 Espanyol

El Valencia volvió a reencontrarse con la victoria trece partidos después gracias al apoyo de su afición que fue la encargada de llevar al equipo a sumar los tres puntos vitales que necesitaba tras una racha tan importante sin ganar

14/02/2016 - 

VALENCIA. 94 minutos arropando a sus jugadores. Todo un partido sin reprocharles nada y sólo centrados en conseguir tres puntos que vista la inercia de equipo serán vitales para tratar de variar el rumbo de la temporada y tratar de no sufrir para mantener la categoría. El público de Mestalla fue el gran protagonista del encuentro ante el Espanyol de Galca.

Los valencianistas acudieron a su templo concienciados de que otra vez ellos debían darle al equipo sin haber recibido nada a cambio. Lo hicieron sin descanso. Ya en la previa el recibimiento al equipo fue el de las grandes noches. A partir del pitido inicial los aficionados tuvieron casi más claro que los futbolistas que no se podía fallar y que no se podrían despistar durante los minutos del duelo. El aficionado jugó el encuentro como si fuera uno más. Fue una de esas noches en las que el aficionado miró menos de lo normal el móvil, no tuvo tiempo para charlas con su vecino de asiento ni pudo comerse con tranquilidad el bocata clásico de las horas a las que era el encuentro. Fue un partido de esos que Mestalla se echa encima del equipo y hace sentir al rival que la pelota le quema.

Esa intensidad de la grada le sirvió a los de Neville para embotellar 13 minutos a los periquitos. Nada más. A partir de ese minuto, cuando Alves sacó una primera mano milagrosa los espanyolistas se quitaron el miedo e igualaron el partido. Abraham y Diop pelearon mucho el centro del campo a Enzo y Parejo y los valencianistas se quedaron sin ideas. Siqueira y Cheryshev comenzaron muy activos pero se fueron apagando en la primera parte. En la derecha Feghouli y Cancelo no estuvieron bien en el primer acto. Con todo eso, la primera parte se consumió con apenas una ocasión clara de Alcácer a los veinte minutos. Al valenciano se le notó la inactividad.

En el segundo acto, todo se puso en contra muy pronto con un fallo de Alves a la salida de un córner. El brasileño regresaba a la portería 8 meses después de su lesión y no midió bien provocando que Duarte rematara a puerta vacía y adelantara a los catalanes. Fue un jarro de agua fría. Sólo dos minutos después el guardameta salvó hasta en dos ocasiones el segundo gol de los espanyolistas y con ello levantó a Mestalla. Fueron los únicos pitos de la noche pero vinieron acompañados de otra gran ovación que terminó de levantar al equipo.

Los valencianistas soltaron todos sus miedos y se lanzaron a por la victoria. Expoleados por una grada asustada ante la que parecía la decimotercera jornada sin ganar, o perdiendo por tercer seguida, encerraron al equipo de Galca y por insistir llegó el tanto de Negredo. Esta vez sí. Esta vez, entrando desde el banquillo la pelota le sonrió y se coló en la red. Llorando, con suspense, pero el remate del siete se coló y empató el partido a falta de más de veinte minutos para el final. El de Vallecas habrá soñado miles de veces en la última semana con los goles fallados en las últimas jornadas ligueras. Anoche, soñaría con volver a saborear ese momento tan idílico que es marcar en Mestalla y celebrarlo a lo grande junto al público. Los siguientes minutos el equipo quiso ganar y lo encontró. Otra vez por la derecha, que fue la banda más activa en el segundo tiempo llegó la conexión Cancelo-Feghouli y el argelino, lejos de su mejor versión, se la puso en bandeja a Cheryshev para que el ruso la reventara a la red.

Fue el gol que cabeceó todo Mestalla. La pelota que puso el africano la metió al fondo de la red el valencianismo. Ese que llevaba apagado tres meses. La envió a la red ese valencianista que lleva sufriendo muchas semanas por ver a su equipo hundido y gritó con el alma la remontada. Hasta el final hubo que sufrir y Alves volvió a salvar el partido en un paradón a bocajarro a Álvaro. También Gerard Moreno falló una clara ocasión que pudo arruinar la noche. Pero al valencianismo le tocaba respirar. Respirar porque sonreír para un club como este no es ganar un partido en febrero que le da aire sobre el descenso. Se respiró y se dormirá con más calma esta semana. Eso sí, cada paso hacia la permanencia debería de ser un paso más hacia encontrar una respuesta firme de la propiedad sobre el rumbo que quieren darle a la entidad.