Mestalla como antídoto ante los clubes a la fuga

VALÈNCIA. Todo lo que se comentará a continuación no es (solo) una cuestión romántica. Suele reducirse el valor de Mestalla a simple mole sentimentaloide. Pero tiene que ver también con el posicionamiento de club, con el posicionamiento de la ciudad. Mestalla sería la fórmula para una estrategia de club arraigado, frente a una industria repleta de enseñas desarraigadas. Todo eso si el Valencia tuviera alguna estrategia y si su cerebro siguiera sustentado sobre la ciudad. Ninguna de las dos cosas suceden. 

Esta tarde, a las 19.30h, en una charla alumbrada en la librería Bangarang, debatiremos de esta importancia.

Los clubes de manera imparable están siendo usados como plataformas para grupos financieros que buscan ventajas reputacionales o negocios laterales; puede que también las dos cosas a la vez. El último caso, el Inter de Milán. Si su vecino de ciudad fue revendido hace pocos meses en una operación entre fondos de origen estadounidense (de Elliot a RedBird), ahora es la propiedad china del Inter (el grupo Suning) quien busca nuevo comprador para el club después de que la administración china y Alibaba acudiera para evitar la fallida del holding. El banco americano Raine Grup pilota la operación. El Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí, antes del Newcastle, ya quiso hacerse con el Inter. La pura normalidad. Las coordenadas habituales en la nueva industria del fútbol. 

Es normal que ante todo ello Mestalla seduzca por su exotismo. Es un vestigio aparentemente inviable y con una fecha de caducidad incumplida.

Mestalla no es de cartón piedra. Su imperfección y sus grietas son parte de su verdad. No ha sido diseñado como un escenario croma con el que simular las viejas ambientaciones del fútbol. Claro que necesita infinidad de mejoras, pero cumple con el objetivo primordial: acoger a una comunidad.

Mestalla no es un monocultivo. Su público no responde a un patrón único. Acoge a un público mixto, interesado en algo más que hacer check en un espacio-souvenir. Quedan pocos lugares que reúnan una diversidad parecida. Mestalla no es solo un estadio de fútbol. Tiende a olvidarse, pero es uno de sus grandes diferenciales poco aprovechados por la ciudad. Es la concreción hecha cemento entre la urbe y el club. En un momento donde esa simbiosis ha saltado por los aires en buena parte de las plazas, conviene insistir en que Mestalla sustancia la importancia de que club y entorno local viajen juntos.