VALÈNCIA. Mestalla, el campo más antiguo de los veinte en los que se han jugado esta campaña partidos de Primera División, no había permanecido sin acoger encuentros a estas alturas de la temporada desde 1939, último año de la Guerra Civil.
Desde entonces, hace 81 años, los meses de marzo y abril, no solo han visto choques de todo tipo de torneos en el recinto valencianista, sino que éstos se encuentran entre los más emocionantes o decisivos de cada temporada en las diferentes competiciones por el momento del año en el que se han celebrado.
Inicialmente, en los años posteriores a la Guerra Civil, los encuentros del comienzo de la primavera coincidieron con el final de la Liga, cuando la disputaban doce o catorce clubes, y posteriormente han correspondido a fase cruciales torneos nacionales e internacionales.
Esta circunstancia se ha producido al ser Mestalla es el estadio más antiguo de la actual Primera pues se inauguró el 20 de mayo de 1923, apenas un mes antes del campo de El Madrigal de Vila-real, denominado ahora La Cerámica, que se estrenó un mes después, el 17 de junio de aquel año y que vivió su primer choque en la élite en 1998.
Un año más tarde, en 1924, se inauguró Medizorroza (Deportivo Alavés) y de la década de los años veinte son también los estadios del Betis y el Celta, mientras que los del Espanyol, Athletic Club o Atlético de Madrid son los más "jóvenes", todos ellos del siglo XXI.
Mestalla, sin embargo, guarda un triste recuerdo de la última ocasión en la que acogió un partido. Fue el 10 de marzo y sin ambiente alguno al disputarse a puerta cerrada. Además, se resolvió con una derrota por 3-4 ante el Atalanta de Bérgamo y supuso la eliminación de la Liga de Campeones.
Esa noche desangelada contrasta con partidos brillantes a estas alturas de otros años como la tarde de 1926 en la que el Valencia sumó la mayor goleada de su historia en la Copa de España al ganar por 10-0 al Iberia de Zaragoza.
Lo mismo ocurrió con el 2-1 ante el Espanyol de 1942, que supuso el primer título de Liga o, con el mismo marcador y dos años después ante el Sabadell, que propició el segundo. Los dos encuentros tuvieron lugar en los últimos días de marzo.
Además, en numerosas ocasiones en esta época del año el Valencia ha superado eliminatorias clave en su camino hacia sus títulos europeos.
El estadio actual nada tiene que ver en su fisonomía en 1923, cuando un Valencia-Levante (1-0) sirvió para la inauguración un campo recién acabado en un solar alejado del centro de la ciudad y próximo a la acequia que da nombre al recinto. Había costado 316.000 pesetas y el aforo era de 17.000 espectadores.
Posteriormente el estadio fue sometido a numerosas ampliaciones y mejoras e incluso al principio de la guerra mantuvo una buena actividad en 1937, que pasó a ser testimonial en 1938.
En el momento de conclusión de la contienda, el 1 de abril de 1939, Mestalla ya no se utilizaba para jugar al fútbol: era un almacén bélico, lo que obligó a una rehabilitación profunda y costosa, pero también rápida. En junio se volvió a jugar.
El "Gran Mestalla" fue una realidad tras las obras de los primeros cincuenta que precedieron a la riada de 1957 que devastó el estadio. Luego llegó la iluminación artificial, que se inauguró en 1959, precisamente en marzo, así como la reforma previa al Mundial'82 y las mejoras de la última década del siglo XX y de la segunda del XXI.
Desde 1969 hasta 1994, durante veinticinco años, Mestalla se llamó Luis Casanova, en honor a su presidente más notable.
Ahora es el recinto más antiguo de Primera, lo que provoca una cierta satisfacción para el valencianismo, aunque nadie olvida que esta circunstancia se debe a la imposibilidad por parte del club de haber concluido su nuevo campo.
El Mestalla del futuro se empezó a construir en el otro extremo de la ciudad en 2007, pero las obras llevan más de once años inactivas como consecuencia de las dificultades económicas para retomarlas, sin que parezca que el asunto pueda encontrar solución a corto plazo.