Existe otra forma de ver las motos: los VIP, los fans y los periodistas son un claro ejemplo de ello
CHESTE. El Gran Premio de Motos de la Comunitat ha sido un éxito, como siempre. Miles de moteros ávidos del espectáculo de la velocidad se agolpaban en las gradas desde primera hora de la mañana. Pero más allá de la del común de los mortales había otras formas de ver las motos. Los más privilegiados estaban en la terraza VIP. Valencia Plaza ha podido ser testigo de excepción de dicha terraza.
Entre copas de cava, cervecitas, copas y manjares de todo tipo que incluían desde la típica paella al sushi, unos cuantos privilegiados, previo paso por taquilla, han disfrutado de un cáterin digno de una revista mientras podían elegir entre ver las motos en cómodos sillones o en una terraza con unas vistas de excepción al ‘pitlane’. Entre los asistentes al microcosmos de glamour estaban el presidente de la generalitat, Ximo Puig, el nuevo general de la Guardia Civil, el delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues; el dueño de Mercadona, Juan Roig, o los consellers de Hacienda y Educación, Vicente Soler y Vicent Marzá. Pero pese a todos los nombres conocidos, entre los VIP destacaban cuatro amigos irlandeses, capitaneados por Mathew, que acapararon más flases que Pedrosa y Rossi juntos.
Los cuatro llegaron vestidos con trajes de calaveras en unos coloridos tonos que les hacían visibles desde varios cientos de metros. Desde los más pequeños VIP a los más mayores y acomodados pedían ‘selfies’ con ellos. Ni el esquivo Keanu Reeves acaparó tantas miradas furtivas y no tan furtivas.
Sin embargo, Mathew y sus colegas que llevan 14 años eligiendo el Gran Premio valenciano para presentar sus ‘modelitos’ estaban más preocupados por saber la opinión de los presentes sobre el conflicto catalán que por las motos o, por su puesto, por su apariencia. Cerveza en mano, como buenos irlandeses, intercambiaban las fotos por información sobre la opinión personal de los VIP respecto a Cataluña.
Junto al ‘Club de los irlandeses’, lo más solicitado en la zona VIP es el nuevo invento de una startup valenciana, Lean GP. Dentro del proyecto Lanzadera se ha presentado un simulador de motos que en unos meses podrá adquirirse para tenerlo en casa. Normalmente, un simulador de este tipo, es el chasis de la motocicleta en el que la persona se sube, costaría alrededor de 10.000 o 15.000 euros, sin embargo estos valencianos han conseguido reducir su coste a 800.
Si bien no es para todos los bolsillos, sí que pone al alcance del gran público un divertimento hasta ahora reservado para los más privilegiados. Entre las cientos de personas que han hecho cola este fin de semana para probarlo, una cara destaca por encima de las demás, la de Juan Roig, dueño de Mercadona y mecenas del proyecto Lanzadera. Roig demostró que es mejor empresario que piloto, pero hizo las delicias de los asistentes con su buen humor respecto a su calidad al volante del simulador.
Una planta por debajo de los privilegiados estaban los periodistas. Cientos de medios se han acreditado para el gran Premio. Muchos siguen todo el mundial. Otros, la mayoría valencianos acuden solo a esta carrera. En la sala de prensa no hay cáterin, pero si agua y un café que a las 7 de la mañana salvó a más de uno de caer presa de los brazos de Morfeo.
Al igual que los VIP, la prensa también podía elegir entre ver las carreras en la televisión o en una terraza. Los periodistas entraban y salían de ella sin cesar. En otro plano estaban los fotógrafos. Chaleco verde y macro teleobjetivos en ristre dejaron una hilera de portátiles abandonados durante las carreras. Ellos, con sus minimotos iban y venían por dentro del circuito tratando de no perderse ‘la fotografía’.
Por último, pero no por ello menos importante, miles de fans se agolpaban a las puertas de los boxes de sus ídolos. Márquez y Dovizioso eran de los más buscados, pero hay alguien que sobresale por encima de todos, el rey de las motos, Valentino Rossi. Pese a no tener opciones de ganar el mundial, sus legiones de incondicionales seguidores no dudaron en estar más de dos horas al término de la carrera, y bajo un sol de justicia, esperando para saludarle, para hacerle una foto o pedirle un autógrafo. Él, como siempre, no defraudó. Tardó en salir, pero cuando lo hizo el padock se vino abajo. Il Doctore es único y este domingo volvió a demostrar porqué es el piloto más seguido del mundial.