Opinión

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Como ayer

Los fantasmas del Rosi

Historias de un cine de barrio murciano

Publicado: 30/01/2025 ·07:25
Actualizado: 30/01/2025 · 07:25
  • Cartel de ‘El último mohicano’, la película que estrenó el Cine Rosi.

Hará en octubre 60 años de aquello. La prensa local anunciaba en forma tan escueta como expresiva: “Próxima inauguración del nuevo cine que alegrará las barriadas de Vistabella y Polígono de la Fama. Cine Rosi”.  Más que en el Polígono de la Fama, se situaba el nuevo espacio para el ocio en el de la Paz, pero ciertamente en vecindad con el primero y con Vistabella.

Era el anticipo de lo que sucedería pocos días después, el 7 de octubre, con lo que la oferta cinematográfica de la ciudad alcanzaría la cifra de nueve cines en activo, sin contar con los circunstanciales, pues en aquellos primeros días del mes de octubre, la Terraza Cinema, aneja al carmelitano Cinema Iniesta, aún permanecía abierta, con lo que eran diez los que ofrecían una amplia programación a los murcianos. Ninguno sobrevive de ellos sobrevive hoy. Al menos en lo que a la proyección de películas se refiere.

Aquella cartelera de cuando se estrenó el Rosi, estaba formada, además, y por lo que se refiere a la Empresa Iniesta, por los cines Rex, Coy (Gran Vía), Cinema Iniesta (Barrio del Carmen), Terraza Cinema, Teatro Circo, Gran Vía (Ronda Norte), Avenida (El Rollo), Salón Vidal (San Andrés) y Popular (Santa Eulalia/San Juan). Sin olvidar que la Empresa JPG gestionaba el Coliseum, también en el Carmen, lo que hacía de la populosa barriada la más cinematográfica de la ciudad, como explicitamos en esta página de recuerdos.

Todos los cines, excepto los dos primeros, Rex y Coy, usaban en 1965 del programa doble, o lo que es igual, dos películas por el precio de una. Y en aquel día de la Virgen del Rosario, en el que también se inauguró la primera oficina de la Caja de Ahorros Provincial, lo que luego fue CajaMurcia, en la planta baja de la Diputación, el estreno del Rosi contó con una programación compuesta por el largometraje documental ‘Sinfonía española’, de Samuel Bronston, y el estreno de ‘El último mohicano’, película de aventuras de ese mismo año, coproducción hispano-germana filmada en España y basada en la novela del estadounidense James Fenimore Cooper, publicada en el año 1826.

El cine Rosi se abrió en uno de los edificios que iban conformando la avenida del 18 de julio (hoy de la Fama), y la crónica que ofreció ‘Línea’ (periódico que se instaló unos años después en la misma vía) sobre la inauguración era ilustrada por varias fotos de las instalaciones, en una de las cuales se veía al empresario cinematográfico José Iniesta Eslava y al párroco de Vistabella, Pedro Conesa, entre otros asistentes.

El Rosi fue proyectado por el arquitecto Daniel Carbonell, que ideó, planificó y llevó a cabo una sala “con ideas renovadoras, modernas y audaces, rompiendo con moldes clásicos y tradicionales para buscar una mayor acústica y una más perfecta visibilidad”, adoptándolo a las nuevas técnicas de proyección cinematográfica, “como son el cinemascope y otros sistemas semejantes”.

"Seguramente, a quienes conocieron el cine Rosi, antes de su cierre a primeros del año 1984, les vendrá inmediatamente a la cabeza su condición de Sala X (antes S)"

 

Si al lector le asalta la gran interrogante del porqué de la denominación del nuevo cine como Rosi, sepa que fue una dedicatoria a la esposa de José Iniesta, Rosario Moreno, y que el hecho de que la inauguración se efectuara el día de la Virgen del Rosario, 7 de octubre, no fue en absoluto fruto de la casualidad. 

Seguramente, a quienes conocieron el cine Rosi, antes de su cierre a primeros del año 1984, les vendrá inmediatamente a la cabeza su condición de Sala X (antes S), o lo que es igual, la dedicada a proyectar películas de fuerte contenido erótico, cuando no abiertamente pornográfico.

 

Y, ciertamente, lo fue, pero antes, como queda señalado, era un cine de barrio dedicado a los programas dobles, como también pasó por una etapa de cine de ‘Arte y Ensayo’, una apertura a títulos controvertidos (y en versión original) que se autorizó en España a finales de los años 60, y que, como ya se narró en estos ‘ayeres’, llegó a Murcia en septiembre del año 1968, con el cine Avenida como local de proyecciones. Con la desaparición del cine del Rollo, pasó esa condición al Rosi. 

 

Cerró sus puertas el Avenida mediado el año 1975, y poco después, con la inauguración de la nueva temporada el 25 de septiembre, se anunció que el supuesto Arte y Ensayo se mudaba a la avenida del 18 de julio, con el estreno de un título italiano llamado ‘Cinturón de castidad’, con Tony Curtis y Mónica Vitti, que sumaba ya para entonces ocho años desde su estreno. 

 

Fue en noviembre de 1977 cuando se aprobó por el Gobierno la calificación “S” para las películas subidas de tono, que incluyó también a algunas caracterizadas por su violencia y no sólo por su carga erótica. En la cartelera murciana hubo que esperar hasta el mes de febrero del año siguiente para ver reflejada aquella calificación, y no fue en el Rosi, sino en el Salzillo, hoy Filmoteca Regional, donde se estrenó el sello de la impudicia con el estreno de ‘Emmanuelle negra 2’, que permaneció en cartelera varias semanas, y luego cambió de escenario, pasando al Gran Vía. Por cierto que todo el repertorio cinematográfico de aquellos días era para mayores de 18 años.

 

Por su parte, el Rosi inició su trayectoria “S” a mediados de abril, con la película ‘Una loca extravagancia sexy’. La última que se proyectó en el Rosi en su etapa como ‘cine verde’ se denominaba ‘Gemidos de placer’, por lo que puedo ahorrar a mis lectores una relación más extensa de los títulos que pasaron por el mismo local en el que, una década atrás, quien suscribe había presenciado la épica ’55 días en Pekín’.

 

Muy poco después de su cierre, el espacio que ocupaba el Rosi se dedicó a la  práctica deportiva, por medio de su adaptación como club de squash, deporte de moda a mediados de los años 80, y tenido también como propio de ejecutivos. El promotor era Alfonso Avilés, hoy presidente del Club Taurino de Murcia, que destacaba que su proyecto contaría con cuatro canchas de squash, gimnasio, sauna, salas de hidromasaje, cafetería y deportiva.

 

Una canción de Serrat del año 1987 contaba la historia del Roxy barcelonés, sito en la plaza de Lesseps, cuyo cierre dejó paso a una sucursal del Banco Central, y los fantasmas de los grandes actores que habían desfilado por aquella pantalla se aparecían a un vigilante, a una cajera o a un oficial de primera. Tengo que preguntarle a Alfonso si a los jugadores de squash se les aparecían también los fantasmas de nuestro Rosi, en forma de señoritas ligeras de ropa.   

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