El posible fichaje del brasileño Neymar por el París Saint-Germain, el más caro de todos los tiempos, situaría a la quinta liga del viejo continente en el centro neurálgico del balompié y llevaría al fútbol galo a otra galaxia
VALENCIA. El patito feo del fútbol europeo está a punto de lograr el golpe del siglo. El posible fichaje del brasileño Neymar por el París Saint-Germain, el más caro de todos los tiempos, situaría a la quinta liga del viejo continente en el centro neurálgico del balompié y llevaría al fútbol galo a otra galaxia.
Cuando en 2003 Ronaldinho dejó el PSG para fichar por el Barcelona, era un movimiento natural para una estrella de una liga pequeña que quería triunfar en un grande de un campeonato importante.
Hace unas semanas, el italiano Marco Verratti parecía dispuesto a seguir el mismo camino. Pero el PSG evitó el traspaso.
Desde que 2011 el fondo soberano catarí Qatar Investment Authority se hizo con las riendas del club, se ha obstinado en cambiar esa tendencia, hasta el momento sin éxito deportivo, pero desde ahora con un golpe de efecto de repercusiones considerables.
"Una formidable noticia para nuestro campeonato y la proyección internacional en la que venimos trabajando", aseguraba hace unos días la presidenta de la Liga francesa, Nathalie Boy, que ponía en condicional sus palabras vinculadas a la finalización del traspaso de Neymar.
Oscar García, entrenador del Saint-Etienne, el club más laureado del país, reconocía a Efe que con el brasileño el campeonato galo "cobraría otra dimensión".
Una impresión generalizada que se alimenta por el arrastre mediático del jugador de 25 años, por el que el PSG parece dispuesto a desembolsar los 222 millones de euros de su cláusula de rescisión y atribuirle un salario neto de 30 millones durante las próximas 5 temporadas.
Se trata de más del doble del techo pagado hasta ahora por un jugador, los 105 millones que el Manchester United pagó por el francés Pogba.
El PSG daría así un paso de gigante para atraer los focos del mundo y se haría con los servicios de uno de los futbolistas con más proyección deportiva del momento.
Una operación que supone una aceleración de su política de crecimiento alimentada por los petrodólares cataríes.
Desde 2011, a golpe de talonario, el PSG ha construido un equipo de estrellas que anestesió la competencia en Francia y fue labrándose un hueco en la escena del fútbol europeo, un equipo con el que los grandes del continente tenían que competir tanto en el terreno de juego como en el mercado de fichajes.
Todo ello con la voluntad declarada por su presidente, Nasser al Khelaïfi, de conquistar en cinco años la Liga de Campeones.
En el altar de ese sueño quemaron todas las naves, primero apoyados en la figura del sueco Zlatan Ibrahimovic, que hizo crecer al club en todos los niveles pero mostró sus límites en Europa.
Superada esa etapa, Al Khelaïfi necesitaba dar un nuevo aliento al club, un impulso que no logró con el fichaje del entrenador español, Unai Emery, que a la postre no mejoró la trayectoria europea del equipo y cedió la hegemonía nacional.
Para afianzar el proyecto, el propietario catarí fichó al responsable deportivo del Oporto, Antero Henrique, y ahora quiere llevarlo a una nueva dimensión con la llegada del brasileño.
La "operación Neymar" se produce cuando el PSG sentía, más que nunca, el aliento de sus rivales. A rebufo del dinero catarí en el club de la capital, otros potentes inversores aterrizaron en la modesta liga francesa, empezando por el ruso Dmitri Rybolovlev en el Mónaco.
El multimillonario Frank McCourt, magnate inmobiliario de Boston, se hizo con el Olympique de Marsella, el único club francés que ha levantado la Copa de Europa, en 1993, con el proyecto de poner 200 millones de euros en 4 años a disposición del director deportivo español Andoni Zubizarreta.
Menos ambicioso, el hispano-luxemburgués Gérard Lopez, millonario gracias a la aplicación Skype, adquirió el Lille y atrajo al entrenador argentino Marcelo Bielsa.
El magnate de la moda francesa François Pinault posee el Rennes, aunque apenas dedica una minúscula parte de su inmensa fortuna al club bretón.
El inversor franco-polaco Waldemar Kita logró convencer al italiano Claudio Ranieri para que dirigiera el Nantes y los empresarios Roland Romeyer y Bernard Caïazzo al español Óscar García para que entrenara al Saint-Etienne.
Proyectos que amenazan con obligar al PSG a elevar su nivel en el campo. En el terreno mediático, todas esas operaciones ya han quedado enterradas por la de Neymar.