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13 de noviembre / OPINIÓN

No estamos para ‘bailecitos’

17/11/2020 - 

VALÈNCIA. Es una faena que no hubiera fútbol este fin de semana por los compromisos internacionales. En situaciones adversas, cuando los resultados no llegan, lo que me pide el cuerpo es que el Levante vuelva a competir para comprobar su capacidad de reacción y enterrar las dudas. Ni la histórica clasificación de Bardhi y su selección Macedonia del Norte para la Eurocopa ni los encuentros de la Roja (esta vez sin Campaña) han captado mi atención. Han sido días de reflexión, de aferrarse a esos brotes verdes que casi se han apagado, y que hay que hacer todo lo posible para que no desaparezcan, y de encontrar soluciones, sobre todo de puertas para dentro, para enderezar de inmediato (si es posible el sábado contra el Elche) una realidad que preocupa y mucho. Una crisis de juego y definición, y con ello una depresión de resultados, que es imposible de ocultar con fotografías de un Ciutat espectacular. Antes sacaba pecho reenviándolas a los grupos de WhatsApp de colegas, sobre todo a aquellos que no llevan el escudo tan impregnado a fuego como yo y que sienten otros colores. Hasta esos que no son granotas ya no responden con tantos emojis de aplausos y caritas sonrientes y recuerdan que este arranque de 6 puntos de 24 posibles es para hacérselo mirar y dejarse de historias.  

Hay muchos que me han pedido que le meta más caña a Paco López. Al final es el responsable directo de una plantilla que ha entrado en bucle, el eslabón más débil, el foco de la diana y, sobre todo, un escudo perfecto para los que se agazapan y esperan una resurrección para no quedar más retratados de lo que ahora están. Cada uno llevamos un entrenador dentro y le diríamos qué piezas tocaríamos y cómo jugaríamos. Sabe que algo tiene que cambiar y no se va a disparar al pie. Debe descongestionar el atasco y hallar la fórmula maestra. Entiendo que quiera ser fiel a su filosofía hasta el final, pero eso no significa que no siga removiendo las piezas con lo que tiene a su disposición (dibujo de juego y variaciones tácticas) para pasar de ser un problema para muchos a la solución. Que no le contaminen, que haga lo que crea en todo momento. En su día, con el esquema de tres centrales y dos carrileros (no quiero decir que deba recuperar esa apuesta ni que no lo haga), el Levante no perdió su carácter ofensivo. Lo que es evidente es que debe protegerse para reducir las vergüenzas y que los rivales no se sientan tan cómodos y hagan tanto daño, tan pronto y con tanta facilidad… con el añadido reciente de la superioridad numérica durante más de dos horas para un par de puntos.

Me reafirmo en que sería un error su destitución (y repito que puede que me equivoque porque mi verdad no es absoluta ni mucho menos), pero también entiendo que al final los resultados dictarán sentencia y no quedaría otra que dar ese golpe de efecto si el escenario se enturbiara más. Mi confianza en el míster no quita que soy consciente de que no ha dado con la tecla desde Pamplona, que el equipo ha ido hacia atrás desde entonces y se ha estancado con un déficit preocupante de juego y definición. Este no es el camino. Él no tiene la culpa del gol que desperdició Sergio León, del error de Son que acabó en la definición letal de Lucas Pérez (sí de salir a pecho descubierto) ni tampoco del despropósito del colegiado Melero López al invalidar el que hubiera sido el tanto de la victoria (el primero de Dani Gómez con la camiseta del Levante) ante el Celta. Vaya ruina. Pero como digo con lo de las excusas que se han extinguido, mirar atrás, a lo que ha sucedido, no sirve para nada. Ni vuelve ni se corrige. Los puntos son los que son.   

El Levante se ha enredado en un cortocircuito futbolístico y mental. El estado de ánimo juega y mucho, por lo que navegar contra la corriente, aunque con uno más en las dos últimas reválidas ante Granada y Alavés, y no encontrar recompensa debilita aún más a un vestuario con notorios síntomas de ansiedad. Gonzalo Melero reconoció que Paco López es “quien más tranquilidad nos transmite” y que el día después al último empate fue “igual que el resto de jornadas para ver y corregir los errores del partido y no para replantearnos la situación”. Que no fue una charla específica por la situación del equipo en descenso. Por supuesto que hay mucho margen de mejora, pero la victoria, sea como sea, es innegociable y más en este ciclo de dos partidos ante Elche y Valladolid. Veremos el discurso después de estos encuentros que tienen aroma a algo parecido a una final. En ellos espero el regreso de Vukcevic como agua de mayo. Su reaparición es esencial.

Me gustaría que los jugadores se pusieran en la piel de los aficionados, que pensaran lo que sienten al comprobar que la historia se repite y no se corrige. Esos que quieren volver a identificarse al cien por cien con su equipo, que con poco echan el resto aunque no puedan sentarse ahora en su butaca, que sufren con cada revés y que no están para ‘bailecitos’. Hay que ser más inteligentes señores y no dar pie a aumentar la crispación porque el fútbol tiene unas reglas de juego con distintas aristas que hay que controlar y respetar, más con el poder de las redes sociales que están al acecho y no dejan escapar ni una.

Hay tiempo y margen de mejora para demostrar también que este Levante tiene más lideres que el ‘Comandante’ Morales. A lo mejor me sucede lo mismo que al considerar que esta plantilla puede pelear por algo más que una permanencia sufrida. Aún confío (llamadme iluso), aunque me queda poca mecha. Hasta que llegue el mercado de invierno para corregir las fugas evidentes (sigo sin ocultar mi desconfianza hacia la dirección deportiva por mucho que la situación económica es la que es), la reacción pasa por lo que suceda en el terreno de juego. Por el binomio Paco López-jugadores. Por eso digo que hay que ser equilibrados en los azotes, que todos tienen su porción de responsabilidad en este preocupante panorama.


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