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No mires arriba

28/12/2021 - 

VALÈNCIA. "No mires arriba" se ha convertido estas Navidades en una de las sensaciones de consumo en una de las plataformas televisivas. Más allá del gusto de cada uno (si usted no la ha visto, lo mejor es verla y sacar sus propias conclusiones), a mi no me convenció lo más mínimo. Larga, tediosa y previsible desde sus primera escenas, con unos giros hiperbólicos e histriónicos plagados de sal gorda más propios de una astracanada española de los 70 u 80 que de una película con un reparto como el que exhibe.

Sus defensores (en su derecho están) hablan de un mordaz retrato de la sociedad actual, como si quienes la criticamos (que también estamos en nuestro derecho) pensáramos que es un ensayo sobre las consecuencias de la Guerra del Vietnam en la juventud norteamericana de los 70. Olvidan que un retrato puede estar bien o mal tomado. Y yo soy de los que se encuentran en creer que ha sido la segunda opción la que ha acabado saliendo (aunque repito que lo mejor es verla para sacar cada uno sus propias conclusiones. Per a gustos, tapisseries).

Imagino que conocen el argumento, unos científicos advierten de la llegada de un meteorito que destruirá el planeta Tierra, mientras que el postureo y el manejo de las informaciones por redes y demás provocan dos grandes bandos. Los que creen en los científicos que están avisando de lo que viene y los negacionistas que creen en las bonitas palabras que quienes mandan inventan para seguir tranquilos en el poder

En eso, "No mires arriba" calca la propaganda que quienes mandan en el Valencia CF llevan años poniendo en marcha. Es falso que el club esté mal económicamente... hasta que sale el tope salarial de la Liga y las cuentas del club para la Junta. Y entonces, "no mires arriba" al palco, al propietario. La culpa es de los valencianos que arruinaron el club. La apuesta es por la juventud... hasta que se marchan Ferran (por una cantidad irrisoria) y Kang In (la bandera del proyecto). Y entonces, "no mires arriba"; la culpa es de los jugadores por desagradecidos y peseteros. Dijeron al llegar que en 6 o 7 meses reanudarían las obras del Nou Mestalla, luego que estaría para el Centenario, luego que la meta era 2022. Y cuando todo eso fue incumplido, cuando, ya no había salidas, entonces "No mires arriba". La culpa fue de las autoridades y de la pandemia. Desmantelaste el modelo que funcionaba y que te llevó a Champions dos años seguidos y te hizo campeón. Y entonces "no mires arriba"; la culpa fue del entrenador y del director general por ser contestatarios con el máximo accionista. No fichaste en un verano dejando la una plantilla poco preparada para competir en primera tras asegurar hasta la saciedad que sí vendrían refuerzos, y entonces "no mires arriba". La culpa fue de los jugadores despedidos por hacer causa común con su ex entrenador y de la pandemia.

Ese "no mires arriba" en el film significa que no se haga caso a los agoreros que dicen cosas negativas, que creas en la realidad que te vendan los que mandan. Aquí, además de eso, le podemos añadir un segundo significado. No mires arriba, no mires a la cúpula, no mires a los que mandan. La culpa siempre está en otro lado.

Podríamos seguir así hasta la saciedad, porque el film también calca el discurso manipulado del poder: si os cuentan las noticias y no son buenas, es porque disfrutan con ello y sacan tajada de la situación (cree el ladrón que todos son de su condición). Para ello le dan bola a cualquiera (tenga unos conocimientos mínimos o no) que aplauda el discurso oficial. Y cuando la cosa ya es irremediable, le echan la culpa a los que venían denunciando lo que podía ocurrir, porque no generaron un clima de confianza (lo del "dejen trabajar", los "todomalistas", y bobadas de ese estilo).

Mientras tanto, se eleva la anécdota a categoría de logro titánico (es más importante un discurso de 40 segundos de Teo Swee Wei en valenciano, que tener al club económicamente en causa de disolución). En la película cambian la importancia del impacto con la riqueza de los materiales que se podían extraer del meteorito en cuestión. Porque claro ¿Quién quiere una realidad negativa cuando se puede pintar un hipotético futuro -nunca un presente- de color de rosa?

Por si acaso, ya saben: no miren arriba.

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