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Aguacate: La fruta de moda con sello valenciano

  • Finca El Sucre, con once hectáreas de cultivos. Foto: EDUARDO MANZANA

VALÈNCIA. El paisaje agrícola y la paleta de colores de la Comunitat Valenciana está cambiando, y allí donde antes se extendían campos de naranjas o mandarinas y el olor a azahar impregnaba las calles de las localidades vecinas, hoy se alzan fuertes árboles de aguacates. Una transformación del naranja al verde, fruto de los nuevos tiempos y de una oferta y demanda que lleva a los agricultores a replantearse si el cultivo en el que trabajan es igual de rentable a los esfuerzos que invierten. En muchos casos la respuesta es negativa, de ahí que busquen alternativas y decidan apostar por un producto con una demanda en auge: el aguacate. Un paisaje que también muestra un problema latente, el de quienes abandonan los campos debido a los bajos precios en origen o por falta de relevo generacional. 

Es la realidad de un terreno agrícola que se transforma y que cada año pierde más hectáreas arables —la Comunitat tiene 179.000 hectáreas abandonadas—, pero en el que todavía hay agricultores que aman su tierra y la trabajan, aunque ello implique renunciar a un cultivo tan tradicional como la naranja o la mandarina y abrazar otros de mayor rentabilidad. Una transformación del campo que se palpa especialmente en municipios donde la huerta sirve de abrigo y la agricultura sigue siendo la base de la economía. Es el caso de Benifairó de les Valls, un pueblo de apenas dos mil habitantes que, tradicionalmente, se ha dedicado al cultivo de cítricos. Una carretera divide sus campos, casi haciendo un reflejo de la situación agraria que vive la Comunitat: a la izquierda crecen los aguacates y a la derecha naranjas, aunque también se ve alguna parcela abandonada. «En 2006, planté las primeras hanegadas de aguacates para ver si me gustaba, y ahora tengo cuarenta —unas 3,3 hectáreas—, terrenos que antes ocupaban los naranjos», comenta Mariano Condomina, uno de los primeros en probar suerte. Lo hizo, como muchos, amparado por el conocimiento de Tomás Faulí, el gran precursor del aguacate en la Comunitat Valenciana. 

Una decisión secundada por muchos más agricultores pues, según datos de AVA-Asaja, el cultivo del aguacate cuenta ya con 3.800 hectáreas en la Comunitat Valenciana, mientras que el de cítricos, según los datos de la Encuesta de Superficies y Rendimientos de los Cultivos (Esyrce), descendió en 2023 en 1.737 hectáreas. Entre los motivos que llevan a los agricultores a cambiar las naranjas por aguacates, Celestino Recatalá, presidente de la Asociación de Productores de Aguacate (Asoproa), apunta la competencia desleal de países terceros, las restricciones en el uso de productos fitosanitarios y, sobre todo, la cada vez menor rentabilidad de las naranjas debido a su bajo precio en el mercado. Tanto que, con pesar, Mariano recuerda que hace veinticinco años el precio de la arroba de clemenules era de 700 pesetas —unos 4,30 euros— y el último se lo pagaron a un precio «irrisorio». Precios que, en esta campaña, han aumentado debido a la falta de oferta, pero que siguen siendo bajos para variedades que no son la navel, que este año se ha pagado a 0,35 euros por kilo, superando la media de los últimos dieciséis años, que se encuentra en 0,18 euros por kilo.

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