VALÈNCIA. Desde que Martínez Munuera tomara la valiente y acertada decisión de decretar como penalti las manos de Militao, en el fútbol español ya no existe ningún otro debate. La norma ha tenido que golpear -para mal- al Real Madrid para que todos los estamentos se hayan movilizado con el fin de solucionar un problema que venía afectando a propios y extraños pero que hasta la fecha no había tenido la suficiente trascendencia porque los 'perjudicados' habían sido otros. Y le pongo las comillas a la palabra "perjudicados" porque en el caso que ha copado las portadas de los periódicos no existe perjudicado alguno, simplemente se hizo justicia en base a la reglamentación actual sin mirar ni el escudo ni los colores. Lo que tendría que pasar siempre en el fútbol, vamos. Además, la International Football Association Board es clara: será considerado como penalti "la mano o el brazo se sitúen por encima de la altura del hombro o más allá de este, a menos que se juegue primero el balón de manera voluntaria con otra parte del cuerpo, y luego toque este en la mano o el brazo" Y como las imágenes no demuestran que la pelota golpeara primero en el hombro del central portugués, no hay discusión alguna. Y mucho menos, mano negra.
Porque resulta curioso que ahora sea el entorno merengue quien deslice tal acusación hacia determinados colegiados cuando meses atrás era Piqué y antes Bartomeu quienes hicieron lo propio haciendo referencia a las actuaciones arbitrales de la pasada campaña. Pero no hace falta irnos tan lejos, seis días antes de lo sucedido en Valdebebas era Lopetegui quien señalaba hacia el VAR o semanas atrás lo hacían voces autorizadas del Atlético de Madrid cuando históricamente, los grandes, siempre han sido los que terminan siendo los más beneficiados. Incluso mirándonos el ombligo nosotros, los valencianistas, somos los primeros que ponemos el grito en el cielo cuando la aplicación del VAR no nos gusta y nos relamemos, en cambio, si nuestro equipo derrota a los merengues con tres penaltis, todos ellos justos, a su favor.
La tecnología ha llegado para quedarse y para conseguir que los 'atracos' de antaño pasen a mejor vida. Se acabaron los goles en fuera de juego o con falta previa. Sin embargo, el debate continúa abierto y ahora se centra en las manos. Y es que se ha dejado a un lado la voluntariedad para regirse por el posicionamiento. Es precisamente ahí dónde radica el error. No puede ser penalti nunca un balón que golpea en el brazo de un futbolista cuando este se encuentra de espaldas al balón o saltando para despejar un córner. Da la sensación de que quien toma las decisiones nunca ha jugado al fútbol y eso no puede ser. ¡Claro que han jugado y claro que saben que ese tipo de acciones no deberían ser punibles pero ellos, los colegiados de campo y de VAR, se limitan a hacer cumplir el reglamento. A ver si después de la Eurocopa y la Copa América entre todos se aclaran porque da la sensación de que así, el fútbol va hacia detrás.
Los que, por el contrario, ayer dieron un paso adelante fueron los futbolistas de la plantilla blanquinegra. Con rotaciones por cansancio y con la apuesta de nuevo por el sistema con los tres centrales, el equipo de Voro transmitió una solidez como nunca en la presente campaña. Durante la primera mitad apenas sufrieron las acometidas de un Sevilla que, las cosas como son, sin opciones reales de campeonar también bajó su intensidad. Pero con el triple cambio en los locales, los andaluces apretaron lo suficiente como para que un buen desmarque de En-Nesyri resquebrajara el buen trabajo defensivo che e hiciera que los tres puntos se quedaran en casa. Puntos que no serán necesarios para sellar la permanencia si hoy el Valladolid no es capaz de derrotar al Villarreal. De ser así, el Valencia seguirá un año más en Primera.