Por eso, primero la idea, y luego encontrar al entrenador idóneo para desarrollarla. Y para eso está Marcelino García Toral. La apuesta por él tiene que ver precisamente por eso. Da el perfil. Es la primera pieza de la revolución...
VALENCIA. Planificar es tener una buena idea y luego dar con el técnico adecuado. Planificar no significa fichar buenos jugadores, como si se tratase de un juego de la Play Station o del Comunio. Ese es el objetivo último, desde luego, pero responde más a la consecuencia de un largo proceso que únicamente al buen ojo del director deportivo de turno.
Planificar es un concepto mucho más profundo que va en contra de la impaciencia del aficionado, deseoso por conocer caras nuevas que alimenten sus ilusiones de verano mientras sueña con otra temporada, con más y mejores jugadores, con un equipo que sepa competir de verdad. Por eso, primero la idea, y luego encontrar al entrenador idóneo para desarrollarla. Y para eso está Marcelino García Toral. La apuesta por él tiene que ver precisamente por eso. Da el perfil. Es la primera pieza de la revolución. Y tiene "hambre" de hacer algo grande con el Valencia y ganar un título.
Una vez cerrado, se entra en la segunda fase: el análisis de la plantilla, y de las necesidades que tiene el nuevo inquilino del banquillo de Mestalla para desarrollar su idea de juego. Marcelino tiene muy claro lo que quiere. Y desde el club se tienen claro los perfiles que se buscan en el mercado. Por lo que es lógico, pese a la impaciencia de muchos seguidores, que el Valencia aún no haya cerrado ninguna contratación todavía. El técnico da perfiles y junto al director deportivo dan los nombres. Después, ya comienzan los sondeos y las negociaciones por las primeras opciones; y si no salen, las segundas o en ocasiones las terceras. Es decir, un mundo.
Si el movimiento de los fichajes ha empezado por la portería con la venta de Ryan a la Premier League, y la posible llegada del brasileño de la Juventus, Neto, es porque es una de las prioridades de Marcelino. Porque la siguiente salida de Diego Alves es un deseo de todas las partes. Salen dos y entra uno. La prioridad máxima es buscar un buen portero, pero hacen mucha más falta más posiciones.
El Valencia puede controlar a muchos y buenos jugadores, claro, pero no se trata de fichar a los mejores, sino de traer los competentes para Marcelino. Eso es planificar. Porque también se sigue sin poder emprender fichajes debido al pesado cargamento que forman el balance entre ingresos y gastos de la próxima temporada. Hacen faltan ventas, no confundir con malvender. La de Ryan la primera. Faltan más.
No veo mal vender. Si Parejo por ejemplo tiene decidido que éste es su verano para salir. Queda el último paso: engordar un poco la caja con una buena suma de millones. Es más, creo que sería lo más adecuado si una vez que el futbolista entendiese que el Valencia ya no es su sitio y el pretendiente paga la morterada. Se trataría si así lo desean las partes de articular la operación en el momento cumbre del jugador y de tener capacidad para reconstruirse. El Valencia debe actuar con calma y firmeza si llega, y dinero a la cuenta. Hay que vender en el momento justo, pues de lo contrario se corre el grave riesgo de quedarse sin el dinero pretendido y sin el futbolista. ¿Y si por Otamendi viene Abdennour?. Gran error. Todo irá a peor. Se ha demostrado. ¿Y si por Alcácer viene Munir?. También trascendental error. Pero si por Villa vino un Soldado o por Mangala viene un Albiol, a veces, dos más dos son cuatro.
Marcelino viene con una idea de fútbol que a mí me gusta. Lo ha demostrado en su última etapa en el Villarreal. Todo es relativo, claro, pues al final, y al principio, la calidad de los futbolistas es lo que de verdad te coloca en tu sitio. Pero yo sí espero del Valencia, atrevimiento y exigencia al máximo. Pero igual o más importante me parece que este verano se valore el nivel de la plantilla con muchísima exigencia. El verano pasado se produjeron muchos errores. En este, urge inyectar calidad de verdad, titulares que eleven el nivel. De lo contrario, el salto deseado seguirá siendo imposible a pesar de tener un gran entrenador que sabe hacer competir a los futbolistas que ha tenido, y de sacarles rendimiento óptimo.
Hay que traer a los idóneos y útiles para el míster. Eso es planificar y necesita tiempo. Únicamente así los sueños de verano pueden acabar en julio y agosto haciéndose realidad tras dos ejercicios bochornosos.
Hay que hacer una campaña que sensibilice al aficionado, que reactive su ilusión por su equipo. El hincha de toda la vida es exigente como el padre con el hijo, pero nunca lo abandona. Se puede sentir dolido hasta la médula, decepcionado, entristecido, traicionado, olvidado y furioso... Jamás sin embargo, llega a romper ese vínculo familiar aún en la peor de las tentaciones. La fidelidad del aficionado es inoxidable. Reside en las raíces de lo espiritual. Pero sin duda, será la apuesta deportiva la que ejerza de motor de la esperanza. El mercado es muy largo y el aficionado valencianista mantiene la esperanza de que se haga un buen equipo y que compita para ganar. Pero queda mucho verano.