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La identidad y los lemas anticuados

8/09/2020 - 

El grado de pertenencia, de identificación a unos colores, cada vez se estila menos en el mundo del fútbol. El romanticismo se ha evaporado. Lo del ‘One Club Man’ queda para los reportajes vintage. Hace mucho tiempo que es prácticamente imposible que el aficionado granota disfrute de un producto de la casa. Muchos se ven reflejados en los canteranos como si fueran de su familia y celebran sus apariciones, por mínimas que sean, más incluso que un triunfo. Apenas quedan rastros ni hay visos de ello. El Levante ya no es l’equip dels valencians. Parece de un fútbol de otra época aquella imagen con Ballesteros, Iborra, Juanfran, Xavi Torres, Héctor Rodas, Pedro López, Pallardó, Farinós y Marc Mateu. Una instantánea con más piezas de la ‘terreta’ en temporadas posteriores cuando aparecieron los David Navarro, Camarasa, Rubén García, Natxo Insa, Verza, Paco Montañés, Iván López, Toño y Roger. Hasta se pasaba por alto que algunos tuvieran pasado valencianista.

Igual que lo de ‘Qué grande es ser pequeño’ ya no debe ser un argumento para conformarse con el mínimo exigible. Seguir creciendo es obligatorio, y no solamente con un estadio que será la envidia de muchos. Ese paso adelante lleva consigo además un camino más empedrado si cabe para la cantera. Los objetivos deportivos y la viabilidad económica minimizan las opciones de los que vienen desde atrás. ¿Es rentable? Pues según como se mire. Por mucha presión popular, tampoco es el camino correcto meter con calzador a cualquiera si no se cree.

En la reanudación futbolística tras el estado de alarma, Giorgi, Joan y Blesa (descarado en el amistoso del pasado domingo contra el Castellón) fueron los últimos a los que Paco López dio la alternativa desde el Atlético Levante, siguiendo los pasos de los Aly, Fran Manzanara, Pablo Martínez, Eliseo Falcón y Gonzalo Pereira. Koke Vegas ya había debutado en el primer equipo en Segunda como Muñiz, pero en la máxima categoría lo hizo con Paco en Balaídos. Estos estrenos se produjeron en su gran mayoría en escenarios condicionados y adversos. La identidad no es la misma si el que entra en escena en el escaparate principal es un jugador del filial o un producto criado en Buñol como por ejemplo Iván López, el último eslabón que ha dicho adiós después de 12 años y mermado por las lesiones que le cortaron las alas, impidiéndole disputar un partido oficial desde el 9 de septiembre de 2017 en el Bernabéu y siendo además el capitán. Solamente Pablo Martínez, que le ha entrado por los ojos al técnico de Silla con argumentos sólidos, y Koke Vegas, a la sombra de Aitor Fernández, resisten en la primera plantilla.

El caso Pepelu ha escocido porque en él sí se ve reflejado ese #OrgullGranota que añora el levantinismo. En este nuevo fútbol rigen unas pautas claras. Deportivamente el argumento es sencillo. Vukcevic, Radoja y Malsa están por delante en la hoja de ruta de Paco como pivotes defensivos. El overbooking es tremendo. Incluso hay otro mediocentro de su rol como Doukouré que no tendrá ficha por lesión. Y ya ni entro en Fran Manzanara, con mínimas opciones de superar el corte. Lo que me mosquea es la nula naturalidad para afrontar esta ‘patata caliente’. “Desde el club no se ha pronunciado nadie sobre ese tema”, afirmó Manolo Salvador en la presentación de De Frutos. Públicamente no, pero las acciones hablan por sí solas. Paco López respondió con su decisión de dejarlo fuera desde el tercer amistoso ante el Cartagena. Y no se lo discuto, ni mucho menos. Lo que le pido al míster es que el equipo consiga los objetivos, que ambicione, y ese camino hay que trazarlo con sus jugadores de confianza absoluta. También el Levante dejaba claro con el fichaje de Malsa que Pepelu lo iba a tener en chino para tener un dorsal salvo que llegara una oferta por Vukcevic y/o Radoja que encajara a todas las partes. No dudo del excentrocampista del Mirandés, la categoría de plata se le había quedado pequeña y era una opción de mercado ideal por su condición de agente libre. Me fastidia, pero era evidente que Pepe no iba a tener sitio por mucho que en el Tondela ha dado el paso de maduración definitivo.

Siento que ceder de nuevo a Pepelu al Vitoria de Guimaraes es ganar tiempo. He repetido en más de una ocasión que la solución no debe ser intermedia, que se apueste por él o que se le deje salir, pero no a cualquier precio. La joya de Denia ya no es un producto por pulir, no es un proyecto de gran futbolista. Es una realidad y no que hay que frenar su progresión. A sus espaldas acumula 120 partidos en Segunda B, los 33 en la Liga NOS, tres apariciones en Copa de la Rey (la primera significó su debut con el Levante con 17 años y 4 meses, y las otras dos fueron con el Hércules), la ida y la vuelta de la promoción de permanencia de 2017 con el filial ante el Sanse y la eliminatoria de la Allianz Cup lusa con el Tondela frente al Peñafiel. El 11 de agosto cumplió 22 años, los mismos que Dani Gómez y uno menos que Jorge de Frutos, por quienes se ha pasado por caja, se ha apostado fuerte. Simplemente hago un paralelismo. No discuto a los nuevos de la clase.

Con el Levante invicto en pretemporada (cuatro victorias y un empate), el domingo se reanuda de nuevo el baile en Mestalla (21 horas) como en el arranque tras la pandemia y aún habrá mucha tela que cortar en la confección de la plantilla definitiva hasta el 5 de octubre. Muchas piezas por encajar. O mejor dicho que desencajar porque todavía hay más jugadores de la cuenta y el límite es de 25. Lo de Pepelu genera más polvareda por el valor añadido de ser de la casa, pero hay más cuentas pendientes, más incógnitas que resolver además de la ‘operación salida’ o si al final llega algo más, como las renovaciones pendientes de Rochina y la acordada de palabra con el ‘Comandante’ Morales, que acaban en 2021, y la revisión de contrato de Roger. Tres negociaciones con sus particularidades.

Sin olvidar la situación de Aitor Fernández. Ni el Levante lo quiere vender, ni el portero que más paró la temporada pasada tiene en mente marcharse, pero es entendible que considere que haya una descompensación salarial con respecto a su rendimiento estratosférico. Desde las altas esferas lo comprenden, aunque juegan con la baza de que renovó en noviembre pasado. El club no atenderá ninguna oferta que pueda llegar salvo que sea irrechazable y cuando acabe el mercado se sentará con sus agentes para ampliar y revisar un contrato (hasta 2023 y con una cláusula de 30 millones de euros) que se equipare con su relevancia en el esquema de Paco. Si las puertas del Sevilla están cerradas para Campaña con las llegadas de Óscar y Rakitic para subsanar la marcha de Banega, el Athletic se olvidó de Aitor en el momento que decidió echar el resto en la renovación de Unai Simón y seguir promocionando su inagotable cantera de guardametas. 

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