Orgullo y pasión por un escudo

VALÈNCIA. El mayor tesoro que tiene el Valencia CF sin lugar a dudas es su afición. Lo del fin de semana en Sevilla ha sido la mayor demostración de amor, sentimiento, pasión y orgullo que he vivido en el mundo del fútbol, desde el viernes por la mañana la caravana de vehículos viajaban hasta Sevilla con la ilusión de lograr un nuevo título para las vitrinas valencianistas, en cada área de servicio en el trayecto pude comprobar de primera mano el puro sentimiento valencianista que inundaba con banderas, bufandas y cánticos en los diferentes lugares en el camino a La Cartuja. Éramos conscientes de la importancia que tenía el envite pero también sabíamos que el aliento que debíamos demostrar iba a ser importante durante todo el fin de semana para que el equipo se sintiera arropado y ganamos por goleada a pesar de tener inferioridad ya que el partido se jugaba en la ciudad del equipo rival. Tomamos la ciudad y el viernes por la noche como hace tres años y a pesar se las inclemencias meteorológicas el sentimiento demostrado fue una lección de lo que en mi opinión ha sido lo más grandioso que he visto del cariño de una afición hacia su escudo. La lluvia caía en la noche sevillana pero los cánticos no cesaron hasta bien entrada la madrugada. La emoción me embargaba y era consciente de que sin duda lo más bonito del mundo es ser del Valencia. El fin de semana no había hecho más que comenzar el orgullo que sentía llenaba mi corazón de alegría y felicidad, me fui a dormir sabiendo que lo más bonito estaba por llegar.

El sábado me levanté pronto y me dirigí al centro de Sevilla, muchos valencianistas llegaban a la ciudad en autobuses, coches particulares y vuelos regulares e iban inundando la ciudad de senyeras, camisetas blancas y una tremenda ilusión por conseguir la novena. Los alrededores de la giralda se llenaban de valencianismo y las tracas y los diferentes canticos resonaban en el cielo sevillano.

Ya me quedaba poca voz pero el orgullo que sentía de ser parte de ese maravilloso momento me hacía sacar fuerza para no dejar de animar, cantar y saltar en cada rincón de la ciudad.  Repuse fuerzas, mi cuerpo necesitaba alimentos y líquido y me dirigí a las inmediaciones de La Cartuja donde se encontraba la la fan zone valencianista. Lo vivido allí es indescriptible, lloviendo a mares con el suelo lleno de barro y la gente no paraba de cantar y bailar al son de las diferentes actuaciones que estaban en el menú. 

Mi corazón me decía que algo grande iba a pasar, se fue acercando la hora de entrar en el estadio y llegaba la hora que todos estábamos esperando, tocaba ser profesional y comentar el partido para Radioesport y Canal7 Televalencia y eso suponía no poder vivir de primera mano junto a la afición el partido pero sabía que ese partido, el de las aficiones, lo íbamos a ganar por goleada a pesar de la inferioridad numérica, tanto dentro como fuera del estadio, y no me defraudaron.

Que afición tiene el Valencia CF, el mayor tesoro sin duda alguna que posee el club, que barbaridad, grandiosa, excepcional, maravillosa... podría enumerar multitud de adjetivos y me quedaría corto de la demostración de valencianismo de 'la millor afició del mon' que no paro de alentar desde los prolegómenos del encuentro hasta minutos después de la finalización del mismo. Tirando del equipo en los malos momentos y haciéndoles ver a los jugadores que no estaban solos y que el partido que la afición tenía que jugar lo estábamos ganando con solvencia, al final no pudo ser, la lotería de los penaltis cayó del lado del rival y no sólo nos dejó sin título si no también sin el premio de jugar en Europa la temporada que viene, que duro es perder. 

Decepción deportiva y hundimiento moral de una afición que se merecía ese premio por todo lo que le había dado al equipo durante todo el fin de semana, desde mi posición de prensa vivía atónito la grandeza de una afición que me hacía sentir orgulloso de ser valencianista, los jugadores agradecieron el esfuerzo y fueron al fondo donde estaba ubicada la afición y agradecieron a todos el aliento y esfuerzo de la gente. 

Me embargaba un sentimiento de tristeza por la oportunidad perdida y un profundo dolor de romper mi idilio con Sevilla y conseguir el cuarto título (Copa del 99,Copa del 2019 y título liguero en el 2004) en la cuarta visita a esa maravillosa ciudad, pero rápidamente me vino un pensamiento desde mi cabina de prensa, solté una lagrima en una mezcla de rabia y tristeza y me dije a mi mismo, volveremos. 

Porque a pesar de todo lo que estamos pasando en los últimos años debido a una mala gestión deportiva y por tercer año consecutivo quedarnos fuera de Europa el Valencia tiene en su afición un patrimonio que no perderá nunca y el orgullo que he sentido estos tres días me hace albergar esperanzas de que los triunfos volverán, los títulos llegaran y la afición seguirá demostrando esa fidelidad, amor y compromiso que todo club necesita para seguir creciendo. 

Las últimas palabras de este artículo se las quiero dedicar a mi padre, hace 33 años que te perdí en un maldito accidente de coche, pude disfrutar junto a ti el título del 71 en Sarriá aunque era muy pequeño, de la Copa del 79,de la Recopa del 80 y de la Supercopa del 80, todas en directo en los diferentes estadios, y también viví junto a ti en el campo el descenso del 86 y el ascenso al año siguiente.

Ese sentimiento que me inculcaste desde bien pequeñito he intentado transmitirlo a mis hijos, y ahora hare lo mismo con mi nieto, y siempre les diré la misma frase que tú me decías desde la cuna, "Que bonito es ser del Valencia CF", yo te preguntaba "¿Por qué papá si no ganamos muchos títulos?" y tú me decías "porque tenemos a la mejor afición del mundo", cuanta razón tenías tenías papá, este fin de semana me he dado cuenta, lo más grande que tiene este club es su afición, gracias y mil gracias papá por hacerme del Valencia y enseñarme los valores del amor, la pasión y el sentimiento por un escudo.