Con Daniel ocurre que se han sobrepasado todos los límites. De la educación. Del respeto. Incluso de la razón. El nivel de agresividad con el que se le ataca escapa a la comprensión humana...
VALENCIA. Entiendo a Parejo. Para hacerlo basta con tener una mínima capacidad de empatizar. De hecho, si yo fuera él, no hubiera sido tan amable con mucha gente.
Con Daniel ocurre que se han sobrepasado todos los límites. De la educación. Del respeto. Incluso de la razón. El nivel de agresividad con el que se le ataca escapa a la comprensión humana. ¿Qué locura lleva a un estadio a pitar a su propio capitán como si fuera el enemigo cuando éste se dispone a lanzar un penalti para ganar el partido? Eso lo vimos durante pasado curso.
Importa bien poco que en los últimos cuatro años sea el jugador más influyente en el juego del Valencia; que barra a cualquier competidor en todos los registros medibles; que su ausencia convierta al grupo en incapaz. O que sin sus goles y asistencias hubieran volado muchos de los puntos sumados... Al muchacho ya le faltan simplemente por existir. Hasta el punto de entablarse concursos para ver quién menosprecia con más ahínco sus mejores actuaciones sobre el césped. Ni el buen rendimiento se le acepta.
Puede que Parejo se vaya. Y haga lo mismo que ha hecho aquí. Tal vez entonces seamos capaces de valorarle, ya que sólo valoramos lo que tienen otros, y veamos en él lo que ahora negamos. También sé que en esas se le acusará de "eso aquí no lo hacía", como pasó con tantos otros. Y será igual de falso.
Es triste. No creo que Parejo merezca todo lo que se dice de él, ni el trato recibido durante todos estos meses. Es un chico que ha salido llorando de Mestalla. Que ha luchado contra sí mismo para hacerse futbolista de élite, que se ha esforzado y mejorado como nadie, demostrando una fortaleza encomiable. Y todo, sin prensa afín que le haga portadas, ni le baile el agua. Siempre en silencio, sin propaganda.
Así, el único reconocimiento obtenido por parte del entorno fue el del desprecio continuado y sistemático.
Entiendo, perfectamente, que esté harto de ser el centro de las iras. De que no se le valore nada. Que quiera irse ante la primera oportunidad que se le presenta y escapar de este caldo soez y cruel que le baña. Soy de los convencidos en que su etapa aquí se agotó; y no precisamente en lo futbolístico. En lo futbolístico supondrá un golpe su marcha.
Pero también creo que se está equivocando en su actitud. No sólo porque la rebeldía nunca es el camino, sino porque hará mal en formarse la idea de que todos son así. Y no, Daniel. El problema lo tienes con la gente, no con el club, que te ha tratado excelentemente. Ni con tus compañeros, que siempre te defendieron públicamente. No veo que sea justo gratificarles ahora con esta conducta. Con ello pierdes la razón.
Además, Dani, son muchos los que sí te valoran. Que más allá de tus errores, te respetan. Es verdad que esa gente no tiene programas de radio, ni periódicos, a su disposición. Ni van a Mestalla con bocinas para hacerse notar. Las leyes naturales, por desgracia, permiten que se escuche más a uno que grita que a cien que callan. Pero esa gente está ahí, y corres el riesgo de decepcionarla ahora, cuando más la necesitas.
Fíjate, que ni tus haters quieren venderte por menos de 20 millones. Te llaman paquete, poniéndote precio de crack. Es tu triunfo sobre ellos y la sinrazón; aunque jamás lo admitan.
Digo que la marcha de Parejo será trágica porque la venta de André sólo tenía sentido quedándose el de Coslada. Pero va mucho más allá, es repetir errores del pasado, el de llegar a agosto ensamblando el equipo entorno a un jugador que puede marcharse. Es lo de Otamendi otra vez. Ya me dirán ustedes en este contexto económico y deportivo qué jugador puede seducir (y pagar) el Valencia que ofrezca la mitad de prestaciones que asegura el madrileño.
Le entiendo porque cualquiera de nosotros en su situación estaría hasta el pirri, deseando salir de aquí cuanto antes. Pero con toda la comprensión que tengo hacia su situación y persona, le pido que sea profesional hasta el último segundo. Es lo mínimo que le debes al Valencia como institución, Dani. Un poco de respeto.
Imagina, por un instante, que, oh casualidad, no te vas, ¿cómo arreglas esto?