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Pau Corea: "La tensión entre lo comercial y lo retorcido me parece muy interesante"

Hablamos con el músico y productor valenciano Pau Paredes (ex Twelve Dolls y Modelo de Respuesta Polar) sobre su nuevo proyecto. Un disco completamente diferente. Pop preciosista y experimental cuyo proceso de creación califica como una subida al Kilimanjaro

6/05/2021 - 

VALÈNCIA. El asunto comenzó como el reto personal de un músico joven y artísticamente ambicioso por exprimirse a sí mismo en un disco elaborado en la más estricta de las soledades. La trayectoria de Pau Paredes como batería y teclista comenzó hace casi quince años con grupos como Twelve Dolls y Modelo de Respuesta Polar. Por otra parte, su carrera profesional como productor se inició en los estudios Millenia de València, hasta que hace seis años se trasladó a Madrid, donde tiene su propio estudio de grabación, Fluxus, donde ha trabajado con artistas como Jero Romero, Lígula y Begut.

Paredes ha transitado ampliamente por el rock, el indie y la electrónica, pero nunca se había enfrentado a la tarea quijotesca de componer, interpretar, producir, grabar, mezclar y masterizar un disco completo en solitario. Ha sido una hazaña porque partía de una premisa un tanto inabarcable y difusa: “Quería averiguar qué música había dentro de mí. Hacer un disco que representara todos mis intereses pasados, presentes y futuros. Por otro lado, no quería limitarme a utilizar los recursos que había desarrollado como productor hasta el momento. Prefería estimularme con cosas que resultaran nuevas a mis oídos. He tenido que invertir muchísimo tiempo en I+D. Y aprender a hacer muchas cosas que no sabía”.

Al no tener previamente un contrato con un sello discográfico y por tanto carecer de la presión de las fechas de entrega, el proyecto se dilató “un ratito”. Casi diez años. Esto podría parecer una rémora, pero en realidad surte el efecto contrario. El disco es sumamente interesante porque no pertenece a ningún tiempo concreto. Nos viene a la cabeza ese famoso cuadro de Antonio López que se titula Madrid desde las Torres Blancas. Todos los meses de agosto entre 1976 y 1982, el pintor avanzaba en el retrato imposible de una ciudad en transformación constante. Por eso ese Madrid de factura realista que vemos hoy en día en realidad no existe. Está construido con fragmentos de muchos momentos distintos.

De un modo similar, este disco -que hemos podido escuchar completo, aunque ahora mismo solo se haya publicado un adelanto- nos da la sensación de estar suspendido en el tiempo. Suena clásico y muy contemporáneo al mismo tiempo. Es, en suma, un receptáculo de todos los géneros e ideas musicales del pasado que interesan a su autor, y al mismo tiempo un laboratorio de ideas nuevas que ha desarrollado durante estos años. Por ejemplo, dentro de este disco hay piezas completas de piano clásico compuestas en principio para funcionar solas -una de las cerca de 25 que tiene guardadas en el cajón-; ritmos con resonancias al trip hop y el drum and bass de los noventa, y también las técnicas más sofisticadas de procesamiento de voz e instrumentos.

“Esto ha sido como subir el Kilimanjaro para mí. Le he dedicado mil millones de horas. Nació con el único objetivo que rebuscar en mi cabeza, sin que me influyera calendario o las exigencias de terceras personas. Si sumamos eso al hecho de que tengo un carácter muy autoexigente… pues el proceso se ha alargado mucho ¿Cuándo se termina un disco así?”, se pregunta acertadamente el músico valenciano, renacido ahora con el nombre artístico de Pau Corea. “Debido a mi trabajo como productor con otros grupos, habitualmente me fijo en lo que está ocurriendo fuera, en las tendencias musicales del momento y esas cosas. Sin embargo, en este disco he intentado no fijarme en si afuera llovía o hacia sol”. En cualquier caso, si hay que buscar referencias, debemos fijarnos en los primeros James Blake, Bon Iver, o Kevin Parker de Tame Impala.

El primer adelanto de este disco de debut, que publicará a finales de 2021 el nuevo sello discográfico Movistar Sound, se llama La cumbre. Una canción que representa bien la bruma de nostalgia y misterio que envuelve a este LP de pop preciosista y lleno de subtramas y matices.

'La cumbre'

Diferentes capas, como las pelis de Pixar

“Hay una idea que siempre he tenido muy clara, y era la de hacer música con diferentes capas de entendimiento y de emoción. A mí me gusta desde el mainstream más absoluto hasta las cosas más extrañas. Por eso son canciones que tienen un componente melódico muy fácil, pero al mismo tiempo se pueden escuchar desde muchos ángulos diferentes. Hay una trama pop más superficial, y muchas cosas debajo, si escarbas. Es como las pelis de Pixar, que le gustan a los padres y a los niños porque están escritas para que funcionen a dos niveles distintos”.

“Por ejemplo, una melodía tipo The Weeknd, pero con el bajo fuera de tiempo. Juntar un piano tenebroso con melodía dulce y un sonido super digital, que parece sacado de un microchip. Esa tensión entre lo superficial y lo retorcido me parece súper interesante. El reto está en la dificultad para que ambos extremos convivan y funcionen musicalmente”.

Los conciertos de Pau Corea -que llegarán de la mano de la agencia de management Live in Dallas, la misma que trabaja con artistas como John Talabot y Pional- se harán posiblemente con formato de trío. “Una batería hibrida, un teclista que dispare algún sampler y yo tocando el piano/teclado y cantando”. Su propósito con este proyecto está en llegar al mercado internacional y moverse en circuitos de música de adult pop contemporáneo. Es decir, en ámbitos más abiertos a la experimentación. “Es mi ilusión y mi intención”, reconoce.

A pesar de ello, y de haber grabado originalmente muchas de las canciones del disco en inglés, Pau decidió finalmente reescribirlas en castellano. “Este disco en España no es muy común, y mis referentes son guiris. Pero sabía que al escribir las letras en inglés estaba tapando mis propias inseguridades. Este disco supone la primera vez que asumo la voz líder y la tarea de escribir las letras. Me resultaba más fácil ser ambiguo si no me expresaba en mi lengua, y además temía desviar al oyente del clima que había querido construir con la canción. Al final lo resolví haciendo que las letras hablasen únicamente de la sensación de la propia canción. En realidad, si fuese más valiente no habría letra, sino fonemas. Pero nunca fui tan valiente” (ríe).

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