VALÈNCIA. El Llevant desperdició una buena ocasión de auparse en la tabla y mirar hacia arriba con ilusión, antes de la llegada del irregular Betis a Orriols. Tras tres partidos de cal llegó el de arena. Y eso que el Huesca no se escondió: es un equipo limitadísimo que lo fía todo al coraje y la entrega. Un rival ante el cual ceder un empate es una derrota. ¿Por qué el Llevant jugó tan mal?
La primera mitad fue sencillamente nefasta. Los primeros compases parecían anunciar que la defensa oscense acabaría la neblinosa tarde-noche esquilmada. Las llegadas por banda izquierda y los pases de la muerte que no encontraron destinatario fueron un espejismo. Tras ello, el Huesca encendió la máquina de vapor, tomó el control, presionó con orden la salida de balón granota y la asfixió. Apenas creó más ocasión que algunos centros laterales, pero uno de ellos fue suficiente para que Vezo cometiera un penalti sin discusión, al frenar con las manos la trayectoria de un balón que iba a portería. Lo vio el VAR, de la misma forma que pasó por alto los de Ramos antes el Eibar o Umtiti ante el propio Llevant. Son las reglar del juego: no se van a equivocar con todos como con Madrid y Barça. Esa pretensión es ingenua. Gol y a remolque.
La sensación seguía siendo la misma: a poco que el Llevant fuese capaz de carburar no se le podía escapar la victoria. No carburó. Vukcevic estuvo apático y Malsa, recién llegado a Primera y con todo por hacer, ya muestra hechuras de figura al trantrán. La medular aragonesa se los comió. Los volantes granota ni frenaron el ímpetu rival ni propiciaron transiciones. Melero intentaba poner orden, pero estuvo impreciso y fuera de lugar; De Frutos, desaparecido. Rochina mostró su peor versión, con un sinfín de pérdidas peligrosísimas e intentando mover al equipo sin éxito ni acierto. En conjunto un desastre.
El paso por vestuarios entonó al equipo y el Llevant, sin hacer un gran despliegue, recuperó parte del crédito perdido y empató en una melé en el área. Dentro del tono gris general Vukcevic tomó el mando y el equipo mostró, en cierta medida, que atesoraba algún argumento más para la victoria. Los cambios dieron un resultado más que discreto: Gómez y León no aportaron nada en ataque, y Morales estuvo impreciso y fallón. Radoja y Son ofrecieron empuje en el centro y la banda. De ahí que el equipo tomara un tímido impulso para buscar el triunfo en el último tramo de partido.
Los equipos de fútbol no ofrecen siempre el mismo rendimiento, lógicamente. Tampoco sus jugadores. A menudo una cosa y la otra están vinculadas de forma íntima. Al Llevant le penalizó que Rochina, llamado a catalizar el talento del grupo, se perdiera en florituras en zonas de alto riesgo, sin apenas ofrecer balones a Roger y De Frutos (ni después a Morales, Gómez y León). Tampoco ayudó que para hacer hueco a Melero valga todo: hasta desalinear la dupla Gómez-Roger, que había causado sensación en las últimas jornadas. Con un doble pivote defensivo Melero es redundante. Y De Frutos es efectivo por la banda, no como segunda punta. Mi madre lo llamaba: desnudar a un santo para vestir a otro. Y creo que la expresión viene al pelo.
Huesca 1-1 Llevant
UNO A UNO: Aitor (5); Coke (4) (Son (6) 76'), Pier (5), Vezo (6), Clerc (6); De Frutos (4) (Morales (4) 75'), Vukcevic (6), Melero (5) (Radoja (5) 76'), Malsa (4) (Gómez (4) 57'), Rochina (3); Roger (5) (León (4) 76').
—Paco López (5).
GOLES: 1-0 Ontiveros (pen.) 30’; 1-1 Melero 52'.