VALÈNCIA. El Llevant fue otro muy distinto al del Vila-real y le puso las cosas más que difíciles a un poderoso Sevilla. Durante la semana hubo, sin duda, leída de cartilla en Buñol y vaya si se notó. Aparte de que el once varió en seis piezas de campo más el portero, la actitud al afrontar el encuentro fue muy distinta. Aún así el Llevant volvió a perder. Lo hizo por dos cosas que tienen difícil remedio, a corto plazo: la escasez de recursos y la sangre de horchata que hiela las altas expectativas de este club.
Paco López no pudo plantear el partido mejor. Sobre la base de un sistema 4-1-3-2 consiguió que la defensa, con Pier por delante, mostrara las mejores prestaciones en muchos partidos, algo que tuvo mucho que ver con las aportaciones del gallego y de Malsa. Así se explica que un equipo con tanta dinamita en ataque como el hispalense apenas generase ocasiones. Con el marcador a cero (e incluso con 0-1) el Llevant tuvo sus opciones y sobre todo no se derrumbó en ningún momento, consiguió estar vivo. Pese a sus limitaciones, que fueron considerables.
López no lo hizo todo bien. Cometió un error de bulto: Melero no tiene ritmo de partido, lógicamente. Firmó una buena primera mitad, en la que se vació, pero se hundió físicamente en la segunda y provocó un agujero en la medular que aprovechó el Sevilla, hasta que el míster granota lo cambió en el 58’. No debió salir en la reanudación. No le quedaba fuelle y el once, que jugó al fin como un equipo solidario, se resintió.
Poco puede hacer el de Silla, sin embargo, ante el cúmulo de lesiones importantes y las situaciones coyunturales de muchos futbolistas de la plantilla: A Son le falta continuidad. Ayer firmó un buen partido pero tuvo la mala suerte de que un error suyo propiciara el gol sevillista. Melero, por ejemplo, había hecho otro pase horizontal poco antes, con más riesgo, pero no sufrió penalización. No tiene suerte y sin embargo se deja la piel cada vez que sale. Merece más confianza. Toño sabe que no va a renovar, pese a que firmó su mejor partido en mucho tiempo. Vezo habita la irregularidad permanente, pese a su clase. Duarte tiene cintura de algarrobo y odia hacer rondos atrás, aunque con esas carencias haya sido capaz de atesorar un dignísimo palmarés. Dani Gómez no acaba de mostrarse fino y ayer se vio siempre superado por los centrales. Roger no está al cien por cien y viene forzando para jugar hace tiempo. Morales, desde que renovó, y Rochina, desde que sabe que no renovará, no son los mismos. A Doukouré La Liga le viene un poco grande. Coke y León están de salida. Radoja, Vukcevic, Campaña y Miramón, en el dique seco.
Desde luego ha habido algo de mala suerte pero también una planificación deficiente. Y no sólo por la formación de la plantilla. Uno de los gravísimos problemas de este club –y del equipo– son las jubilaciones doradas. El Llevant era modélico en esto, cuando tenía apreturas económicas. Hoy es un desastre. En esta parcela urgen soluciones estratégicas. De ello depende el crecimiento futuro del equipo.
Realmente el equipo tenía pocas opciones cuando quiso reaccionar, por las situaciones ya expuestas de la plantilla. Pero… ¿y el filial o el juvenil? Si la plantilla no da más de sí, ¿para que está la cantera? Es la gran pregunta que se hacen miles de levantinos.
Y aún hay dos aspectos clave de la atual situación que cojean: el primero es la forma física. El Sevilla salió sin rotaciones y se comió físicamente al Llevant. No tanto como ante el Vila-real, pero volvió a ser inferior en esta faceta, como viene sucediendo desde hace tiempo. ¿Por qué? ¿No está bien trabajado a nivel físico este grupo? ¿Tiene que ver la plaga de lesiones con ello? Parece que aquí hay un problema.
El otro grave hándicap es la identidad misma del grupo, que, además, parece coincidir con la del cuerpo técnico. Ayer se dio una situación paradigmática. Doukouré supo forzar una falta en el último minuto, cerca del área sevillista, con 0-1. El Llevant la botó con tres futbolistas y Cárdenas lejos de Bono. ¿Qué sentido tuvo que no estuviesen los diez metiendo presión a la defensa rival? ¿Para que guardar las espaldas en los treinta últimos segundos? Si los futbolistas no tuvieron la iniciativa, ¿por qué no se exigió desde la banda? Es una actitud absolutamente incomprensible. Como si a nadie le importara perder otro encuentro más, como si ya se hubiese cumplido, con una derrota por la mínima contra todo un Sevilla. Como si el objetivo, más que ganar, fuese sanear la imagen ofrecida ante el Vila-real.
Hay otra cuestión táctica, que se repite semana tras semana: ¿de qué sirve la presión desacompasada que sólo frustra y agota a los que corren? Si se quieren buscar errores forzados debe ir todo el equipo al alimón. Presionar sin hacerlo bien da ventaja al rival.
¿Dónde está la raíz de estos problemas? ¿En la forma de ser de los futbolistas, algunos con sangre de horchata? ¿En la del cuerpo técnico, incapaz de fijar otros criterios de exigencia? ¿En la de la directiva, por no imponerlos a unos y otros? ¿Un poco en todas partes? Lo ignoramos, pero probablemente en la respuesta a estas preguntas se encuentre el por qué de las limitaciones de este equipo, que todos creen que, en circustancias normales, debiese haber aspirado a cotas más altas. Y más aún teniendo los deberes hechos tan pronto… Entre volverse locos y caer en la autocomplacencia existe un término medio. Y en él, seguramente, se encuentra la virtud.
Llevant UD 0-1 Sevilla FC
UNO A UNO: Cárdenas (7); Son (7), Vezo (7), Duarte (6), Toño (7); Pier (7) (Doukoure (5) 72’), Malsa (6), Melero (5) (Rochina (5) 58’), De Frutos (5) (León (4) 72’), Bardhi (6) (Morales (6) 58’); Gómez (4) (Roger (sc) 84’).
—Paco López (7).
GOLES: 0-1 En Nesyri 52’.