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la folgatinha / OPINIÓN

Perdón, Barba

5/01/2024 - 

VALÈNCIA. Hace año y medio, más o menos, contactaron conmigo para colaborar en un vídeo homenaje a la figura de Ángel Castellanos. Recuerdo que estaba de vacaciones en Mallorca y contesté que lo prepararía, encantado, en cuanto llegase a casa. No recuerdo el nombre de la persona que me llamó y lo lamentó porque se lo volvería a agradecer.

Disfruté mucho con la colaboración, aunque se tratase de un sencillo vídeo; primero, por el gesto hacia el jugador, con el maldito Alzheimer -el mismo que atacó a mi padre- en estado avanzado y, segundo, porque desde niño tenía una deuda que saldar con aquel '6' barbudo.

Por circunstancias familiares apenas pisé Mestalla de niño más que en contadas ocasiones, pero recuerdo que entre finales de los 70 y principios de los 80 estuve varias veces. Allí, entre el elenco de figuras de la época, me fascinó Daniel Solsona. En aquel Valencia glorioso de Mario Alberto Kempes, yo era de Solsona. Por fortuna tuve la ocasión de charlar con él en la boda de Pilar Nadal, hija del histórico periodista Paco Nadal, y además de pedirle una fotografía juntos le comenté la admiración que le profesaba de niño.

Con Castellanos no coincidí. De haberlo hecho le hubiera pedido perdón, el que le transmito ahora desde esta columna de opinión por si se aburre en el paraíso de las buenas personas y se decide a leerla. 

Y le pido perdón porque de niño no me gustaba su juego, tampoco su barba. Me gustaban más los rizos de Solsona y Subirats; los disparos de Bonhof, que una vez en un Trofeo Naranja le dobló las manos al portero o eso me pareció a mí; la planta del corajudo Darío Felman; y, por supuesto, la melena al viento que desplegaba Kempes en su elegante zancada hacía el gol. Sólo me fijaba en ellos. Ignoraba a Castellanos.

Luego, con la edad, maduras y, si sigues el fútbol, como es mi caso, descubres que hay tipos imprescindibles con la capacidad para sostener y equilibrar un equipo. Jugadores anónimos, invisibles, antihéroes que no gozan de la admiración de los niños como era mi caso, pero que tienen un poso capital en una estructura de juego como la de aquel Valencia que entrenaron Mestre, Di Stéfano y Pasieguito entre finales de los 70 y principio de los 80.

Pocos '6' ha tenido el Valencia como Ángel Castellanos, el de la 'volteta' para dar salida al balón y sacar al equipo de situaciones comprometidas. Hoy lo sé, a mis 9 y 10 años no lo entendía. A esa edad te deslumbran las figuras, las que para iluminar a los niños necesitan de las potentes baterías de futbolistas como Ángel. 

El martes en 90 Minuts hablé de Castellanos con su amigo Darío Felman. El goleador argentino me contó que en el vestuario lo llamaba Barba o Angelucho y sonrió cuando conté en la radio lo que ahora escribo aquí. Felman, una persona magnífica que la radio ha puesto en mi vida con el que comparto momentos futboleros mientras tomamos un cortado en una cafetería cerca de la redacción, me explicó que Castellanos se dejó la barba por una cicatriz fea que tenía en la cara desde su etapa como jugador en el Granada.

Juntos nos emocionamos con el minuto de silencio, atronador, de Mestalla en memoria del '6'. Como dice Felman, exjugador de Boca Junios, a ambos "se nos puso la piel de River". 

Perdón, Barba. Ahora lo entiendo todo. Disculpa la ceguera y la ignorancia de mi niñez. Eras un futbolista capital y no supe verlo. Descansa en paz. Tu amigo Darío te manda recuerdos.

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