VALÈNCIA. Valencia Basket ha celebrado la consecución de su tercera liga por todo lo alto en una Fonteta que se ha despedido del conjunto femenino. Este acto de celebración del título logrado ante Casademont Zaragoza también ha servido como adiós al pabellón que ha sido el hogar del equipo de Rubén Burgos durante años.
El evento, conducido por Alberto Chilet, arrancó con un repaso al emocionante partido disputado en el Príncipe Felipe que coronó a las ‘taronja’ como campeonas de la LF Endesa.
A continuación, Dani Meroño tomó el relevo en el micrófono para presentar a todas las integrantes de la plantilla que ha vuelto a hacer historia. Como era de esperar, las apariciones de Alba Torrens y de la MVP de las finales, Kayla Alexander, fueron de las más ovacionadas por la afición.

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- Foto: Kike Taberner.
Las últimas en saltar a la pista fueron Leticia Romero y Queralt Casas, que lo hicieron portando la copa para ofrecérsela al público presente en la Fonteta. Las capitanas acercaron el trofeo a uno de los grandes artífices del crecimiento del club en los últimos años: Juan Roig.
El equipo masculino tampoco quiso faltar a la cita. Los jugadores de Pedro Martínez realizaron el pasillo de honor a las campeonas y compartieron con ellas una fotografía con ambas plantillas.

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- Foto: Kike Taberner.
Con todas las protagonistas reunidas sobre la pista, llegó el turno de las declaraciones. Las jugadoras coincidieron en resaltar la unión del vestuario, el compañerismo y la capacidad de superar los muchos obstáculos que se han presentado a lo largo de la temporada.
Tras las intervenciones, llegó el momento más esperado: se colgó un nuevo título en lo más alto del pabellón.
La Liga Femenina Endesa ya brilla junto al resto de logros en la parte superior de la Fonteta. Unos títulos que pronto serán trasladados al Roig Arena, donde continuará la historia del Valencia Basket con el mismo espíritu ganador.
La celebración de este domingo no solo ha sido un homenaje a un equipo campeón, sino también un emotivo cierre de etapa. La Fonteta, que ha sido testigo del crecimiento del baloncesto femenino en la ciudad, se despidió como merece: con una copa y con toda su afición.