VALÈNCIA. Iban demasiados minutos en las piernas. Muchas lesiones, muchos días dándole vueltas a los futbolistas que podían salir del sanatorio para afrontar la cita del año. Muchas cosas conseguidas con los grilletes de un mes de febrero tan apasionante como agotador. Y la resistencia dijo basta mientras agonizaba una oportunidad histórica para meterse en una final de Copa. El Levante se quedó anoche a las puertas del sueño.
El Athletic fue muy superior a los de Paco López. Primero en cuanto a fútbol y ocasiones, después en lo que atañe al físico. Marcelino no hizo ningún cambio en 90 minutos, ni siquiera movió piezas en los corrillos previos al arranque de la prórroga. Fue como si el asturiano quisiese dejar claro y patente que la barra de energía de sus chicos estaba a rebosar frente a un cuadro granota ya con el marcador bajo mínimos. Y por ahí empezó a perder el encuentro el Levante, por el plano físico ante un rival muchísimo más fresco.
Y es que fueron muchos los jugadores levantinistas que quedaron desfondados. Miramón se vació en la brega con Muniain, Roger estuvo físicamente más entero pero dio todo como de costumbre y De Frutos recibió golpes de todos los colores. El agotamiento fue tal que los granota acabaron el tiempo reglamentario pidiendo la prórroga, y la prórroga demandando los penaltis siempre que el empate se mantenía a flote. Esta vez la épica fue en contra y el Athletic, carambola mediante, logró meterse en la final en el 112.