VALÈNCIA. Vicente Iborra se dio este lunes un baño de masas en su presentación en sociedad como nuevo futbolista del Levante. El hijo pródigo vuelve al Ciutat tras nueve temporadas, con un bagaje importante a sus espaldas y con una reputación de élite para devolver al club granota a la máxima categoría. Es por eso que la parroquia levantinista abrazó otra vez al moncadense después de casi una década esperando un regreso que él mismo lanzó al aire cuando en 2013 hizo las maletas. El levantinismo guardó con mimo el cariño por su excapitán y ayer alrededor de 4.000 personas le recibieron con vítores en Orriols.
Es la primera presentación en que la afición del Levante abarrota la zona de tribuna del estadio desde que en 2016 Giuseppe Rossi consiguió reunir a casi 2.000 hinchas. Fue en una tesitura diferente, pero con claras similitudes respecto a la realidad actual del club: llega un fichaje ilusionante para reactivar a una afición a priori desesperanzada. Rossi aterrizó con el objetivo de salvar al Levante del que a la postre fue su penúltimo descenso a Segunda, aunque el refuerzo del italiano, a pesar de sus seis dianas en la segunda mitad del curso, no fue suficiente para esquivar la quema de la mano de Rubi. Sin embargo, aquel fichaje en calidad de cedido por media campaña reunió al levantinismo entorno a su figura, como lo ha hecho de nuevo Iborra en época de vacas flacas.
La presentación de Rossi hace ahora casi siete años fue tras un entrenamiento matinal de enero en el Ciutat cuyo tramo final pudieron presenciar los aficionados. Pasadas las 12, con la sesión concluida, el delantero se vistió con la equipación oficial, y saludó y firmó a los desplazados hasta el Ciutat. Fue al estilo del mismo Iborra el pasado sábado en la Ciudad Deportiva, abierta al público con motivo del amistoso frente al Castellón que también supuso el redebut del centrocampista. El Levante, apremiado por el levantinismo, está volviendo a abrir la mano a su hinchada para propiciar imágenes como la de este lunes.