VALÈNCIA. Un partido de importancia máxima. El Levante disputa esta tarde en Zaragoza una de las citas más importantes del curso. Y hay multitud de aristas. La primera, en el plano deportivo. Ganar en La Romareda supondría comprar muchas papeletas para acabar el convulso año granota en plazas de promoción; perder, a buen seguro, alejarse de ellas. Eso, unido a la necesidad que tiene el equipo de dar su mejor cara y no desdibujarla en una de sus clásicas segundas partes de dudas, abre la motivación del elenco de Javi Calleja, que ahora cree que los suyos están entre los mejores de la categoría. El ascenso directo está a tiro de cuatro puntos y, este curso, nadie es regular en Segunda. El Leganés no gana desde que lo hiciera ante el propio Levante en Butarque, el Valladolid tropieza en los momentos más insospechados y aquel rival que, en septiembre, parecía que ya era dueño de una de las plazas de Primera, es ahora oponente directo.
En el plano mental, sacar tres puntos de tierras aragonesas también se antoja crucial. Tras lo de Zaragoza, llegan al calendario tres largas semanas para pensar. Y caer en una casilla u otra de la clasificación es definitorio para una mente más sucia o algo más despejada. Si el parón navideño ya le va a venir de perlas a Calleja para recuperar efectivos -se espera que, al menos, cuatro de los cinco tocados de hoy sí puedan estar en el reestreno frente al Albacete, aunque la tónica habitual dicta que entonces volverá a arrancar otra plaga-, también parece necesario limpiar la cabeza con una victoria a domicilio más de tres meses después.
Pero lo que más preocupa es el aspecto societario. Una derrota con imagen pobre como las que hace no demasiado pusieron en jaque la figura del entrenador en Orriols abriría la puerta de unas fiestas negras. El club está posponiendo de nuevo la Junta General de Accionistas, el Consejo necesita ser asegurado y, de momento, no hay solución para la refinanciación de la deuda, una vía por ahora bloqueada tras el no entente con Gedesco. El prisma deportivo tiende incluso a banalizarse ante la realidad económica de la entidad, con el mercado de invierno a punto de iniciar y sin margen para acometer operaciones salvo bruscos movimientos de salida. Ganar al Zaragoza no cambiaría nada, pero siempre es mejor mantener la fiesta en paz.
Es eso, precisamente, lo que necesita Calleja. Para ratificar su propia credibilidad tras el 7 de 9 que ha recogido y por un equipo que, a pesar de los puntos, sigue necesitando chutes de confianza. El preparador granota matizó este martes los duros últimos azotes a la aportación de sus futbolistas desde el banquillo, sin embargo no se esperan demasiadas rotaciones más allá del obligado parche en defensa. Dela no está por acumulación de amonestaciones, y Postigo y Vezo no regresarán hasta enero, así que todo apunta a que será Algobia quien acompañe a Álex Muñoz en la zaga, con las opciones de Capa, o Sellés y Carlos Jiménez del filial. Con el resto de ausencias -Andrés García, Romero y Kocho-, el Levante sonríe con la vuelta de Lozano tras cumplir sanción. Directo al once.