VALÈNCIA. Eibar, Racing, Huesca, Albacete... y ahora, Mirandés. Son algunos de los encuentros que el Levante ha dejado escapar o ha enredado en los segundos tiempos, uno de los grandes debes del conjunto de Javi Calleja esta temporada. La pasada semana los granota fueron capaces de reaccionar, pero en Anduva no hubo tiempo para reconstrucciones. El técnico reconoció en sala de prensa el mal endémico que padecen los suyos a pesar de una cita seria a nivel defensivo. Llegaban a Burgos con la intención de cerrar su puerta mes y medio después de hacerlo en El Molinón... y estuvieron a punto de lograrlo. Y con un buen papel, en líneas generales. Y además, rompiendo el hechizo del cuadro de Alessio, imbatido en las últimas cinco citas.
No obstante, la especulación, pese a reducirse en tiempo efectivo, volvió a salirle cara al Levante. Como un tsunami advertido. El retroceso del agua, el bramido del mar, un pequeño temblor... e inundación. Carlos Martín roció con agua helada al elenco valenciano, que pese a sumar un punto relevante, pierde dos que le aupaban a solo dos puntos de las plazas de ascenso directo. Con la que caía hace un mes, música para oídos levantinistas. De nuevo, naugragio en la orilla, como si de un dejà vu de la ida se tratase -con el empate de Martón también en los últimos minutos, tras el error grosero de Bouldini-.