VALÈNCIA. Mercado cerrado, temporada más que abierta. El Levante vuelve a Orriols tras reconquistar Cartagonova y confirmar un 7 de 9 que, de momento, despeja algunas dudas que durante el verano había dejado el nuevo equipo de Javi Calleja. La planificación deportiva está completa y las estrecheces económicas del club no han evitado la revolución esperada en el mercado una vez no se consumó el objetivo del ascenso inmediato. Ahora la meta parece ser la misma, aunque la rabiante juventud de la actual plantilla y los vaivenes habituales de la categoría dictarán sentencia real sobre el trabajo de Felipe Miñambres en los despachos. A priori, y con el cambio -también radical- de la imagen del equipo respecto a lo visto en pretemporada, el nuevo Levante pinta bien. Por ahora.

Porque la expectativa es volver a navegar en la zona alta, aunque en el club se trate de trasladar con la boca pequeña y sin la contundencia de la temporada pasada. Para mantener ese rumbo, la obligación es ganar -o, al menos, dejar de hacerlo lo menos posible- a todo el que pase por casa. El Real Oviedo de Álvaro Cervera es el rival de esta tarde (18:30h) en la cuarta fecha del campeonato y, aunque no ha arrancado bien el curso -acumula solo un punto de los nueve posibles-, promete ser oponente duro. De hecho, pese a su pobre bagaje de arranque, aterriza con planos de cambios de esquema y bien puede dificultar la tarea en Orriols. Eso sí, su falta de gol en los primeros tres envites... alarma. 

Mientras, Calleja puede incluir algún cambio en el once respecto al que ganó ante el Burgos y en Caratagonova. Dela podría tener sitio, aunque es previsible que se mantenga la columna vertebral.