VALÈNCIA. Quico Catalán suspendió este lunes el famoso examen que anunció en enero, pero el Patronato votó -con la única voz contraria del FROG- que el Consejo de Administración continuara al frente del club la próxima campaña. Eso sí, con un mandato que finaliza en diciembre de 2023, Quico Catalán tiene asignaturas pendientes arrastradas de este mismo curso. Si bien es cierto que a nivel deportivo el suspenso es evidente -con un doble descenso que ha caído como un auténtico terremoto en los planes de futuro a corto plazo en la cantera granota-, y con la soga económica al cuello -el Levante recibirá 18 kilos por compensación de descenso pero arrojó 23 en pérdidas en el pasado ejercico-, ahora los deberes apuntan al cierre del presente ejercicio. 

El Levante ha de vender jugadores por valor de 10,4 millones de euros y, aunque Miñambres admitió ofertas por algún futbolista de la primera plantilla todavía con contrato en vigor, por el momento las propuestas no han sido convicentes. Eso sí, quedan 22 días para echar el cierre a junio el tiempo apremia, aunque La Liga permite flexibilizar los plazos para poder incluir ventas más tardías en el ejercicio anterior. Sin novedades, de momento, en torno a las piezas importantes que han de salir y sobre todo sobre la figura del próximo entrenador, que ha de ser la primera piedra del proyecto.