ALICANTE. Más corta que nunca y en un contexto que no es precisamente favorable a su disputa. Así es la Segunda División B 2020/21, la más numerosa en cuanto a participantes y, en consecuencia, dada la pandemia reinante, la más expuesta a factores extradeportivos.

Este miércoles el Atlético Baleares, uno de los principales aspirantes al ascenso a Segunda A, anunciaba la suspensión de sus entrenamientos y que procedía a solicitar a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) el aplazamiento de su partido de la cuarta jornada después de que se hubieran detectado al menos cinco positivos por Covid-19 entre plantilla y cuerpo técnico. 

El número de positivos y de aplazamientos acumulados en las casi cuatro semanas de competición en la todavía tercera categoría del fútbol español es fiel reflejo de la evolución negativa de la pandemia en España. Si el fútbol profesional, pese a la millonaria inversión que requiere la implementación de su particular protocolo anti-Covid, no ha logrado mantenerse al margen de los contagios, no puede sorprender que en categorías inferiores rara sea la jornada en la que varios equipos se quedan sin jugar por estar plantilla y 'staff técnico' confinados por algún positivo entre ellos (algo que afecta a su vez a otro equipo, su adversario en el partido aplazado).

Las normas reguladoras y bases de