VALÈNCIA.El Valencia CF sigue arrastrando una serie de problemas estructurales que están lastrando su rendimiento jornada tras jornada. Más allá de los resultados, el equipo de Corberán muestra vicios que explican por qué le cuesta tanto competir y, sobre todo, reaccionar dentro de los partidos.

Uno de los principales males del conjunto valencianista son los malos inicios de partido. Al Valencia le cuesta entrar metido en los encuentros y rara vez sale con la sensación de ir a por el partido desde el primer minuto. Le falta dominio, personalidad inicial, algo que se traduce en que el rival suele adelantarse en el marcador.

Un dato lo refleja con claridad. En los últimos ocho partidos de Liga, al Valencia se le han adelantado en siete ocasiones. Un escenario que obliga al equipo a ir siempre a remolque, a jugar con prisas y a buscar reacciones que casi nunca terminan de completarse. 

Uno de los factores que explica esta dinámica es el balón parado, convertido en un problema ya demasiado común en este Valencia. En muchos encuentros, como ocurrió en el Metropolitano, el Valencia se encontraba cómodo y bien plantado, pero un error a balón parado acabó regalando el gol al rival. En total, el conjunto valencianista ha encajado ya nueve goles en estas acciones, el último de ellos el pasado viernes ante el Mallorca.

A todo ello se suma otro lastre evidente: la falta de gol. El Valencia necesita remontar con frecuencia, pero nunca lo consigue, en gran parte porque su producción ofensiva es insuficiente. La media no alcanza ni el gol por partido, con solo 16 tantos en 17 jornadas. Además, seis de ellos han sido obra de Hugo Duro, que está sosteniendo al equipo en muchas fases de la temporada.

Así, entre malos inicios, fragilidad a balón parado y una alarmante falta de gol, el Valencia se ve en una dinámica de la que le cuesta salir. Siempre a remolque, siempre con urgencias y sin la capacidad necesaria para completar las reacciones, estos vicios continúan condenando al equipo semana tras semana. Un equipo, que sigue coqueteando peligrosamente con el descenso.