VALÈNCIA. Hace un año a estas horas, el Valencia CF todavía no tenía entrenador. El conjunto 'che', eso sí, ya tenía el "sí" de Carlos Corberán, por aquel entonces en el West Bromwich Albion, y las horas posteriores sirvieron para avanzar y sellar su fichaje. De hecho, se oficializó en plena madrugada post Nochebuena.
Primera fase: Incertidumbre
Si se tuvieran que definir los primeros días de Corberán en el club, la palabra que rondaba en la cabeza de los valencianistas era "incertidumbre", incluso "miedo". Sobre todo por el escaso bagaje del de Cheste en la élite como entrenador y, además, por ni siquiera haberse sentado en un banquillo de la Liga Española.
Eso sí, sus primeros años como primera espada en Inglaterra habían sido positivos, y en una situación tan límite como la que vivía el Valencia CF, esa buena experiencia era un motivo de peso para aferrarse a la milagrosa reacción que necesitaba el club. Sin ir más lejos, solo unos números europeos en la segunda vuelta podían balancear la peor primera mitad de temporada de la historia de la entidad y salvar la categoría.
Segunda fase: La milagrosa reacción
Y sí, tal y como se necesitaba, se lograron registros europeos y el Valencia CF se salvó de la quema. Los valencianistas sumaron 33 puntos en 19 partidos, dejaron atrás la pelea por la permanencia en marzo e incluso pudieron luchar varias jornadas por entrar en Europa, pero a la escalada le faltaron jornadas.
Duodécimos con 46 puntos en el casillero, la Conference y el descenso quedaron a seis puntos, si bien es cierto que el final de la campaña quedó algo empañado por solo sacar un punto de los últimos nueve en juego, una circunstancia que se asemejaba al último tramo de la 2023/2024.
Pero sin duda, sus únicos deslices importantes se percibieron ante el FC Barcelona: dos goleadas, una en Liga (7-0) y otra en cuartos de Copa (0-5), además en dos choques donde el equipo apenas compareció sobre el césped.
Tercera fase: jerarquía
El gran trabajo realizado por el técnico de Cheste fue inmediatamente reforzado por la entidad, que a final del mes de mayo incorporó al club un viejo conocido para Carlos Corberán: el escocés Ron Gourlay. Actual CEO del Valencia CF, Ron ya sabía lo que era trabajar codo con codo con Corberán en Inglaterra, lo cual se traducía en un mayor peso de Carlos en el día a día del club y, por ende, también en el mercado de fichajes.
Esa misma ventana, la de verano, estuvo marcada por el gran poder de convicción que mostró Corberán a la hora de guiar las renovaciones de César Tárrega, Diego López y Javi Guerra. También intentó frenar la marcha de Mosquera hasta el final, si bien este último decidió no continuar en Valencia.
Asimismo, el despliegue de la entidad en verano fue más signficativo que en años anteriores, y aunque tampoco se invirtió lo suficiente como para pelear por grandes objetivos, la realidad es que el de Cheste se plantó en el mes de septiembre con una plantilla doblada en posiciones y con más herramientas que meses atrás. En parte, su buena labor meses atrás había dado sus frutos.
Cuarta fase: desplome
Sin embargo, el final de 2025 del Valencia CF de Carlos Corberán se podría catalogar de 'suspenso'. Tanto, que sus buenos números ya se han visto eclipsados por los 16 puntos que únicamente ha conseguido el equipo en 17 partidos de la actual competición doméstica. De codearse con batir récords positivos a hacerlo con los negativos.
Con Corberán en el banquillo, el Valencia ha sumado 50 puntos en las últimos 38 jornadas, una media de 1,315 puntos por partido que supera a varios de sus antecesores pero cuya tendencia es negativa tras solo añadir tres victorias a sus registros desde que arrancó La Liga. En total, contando la Copa del Rey, los de Corberán han ganado 16 partidos, han empatado 14 y han perdido en 13 ocasiones.
2026: confianza intacta... por ahora
Todo sea dicho, la confianza del club en Corberán se mantiene intacta. Tanto Ron Gourlay, que hace unas semanas ha reformado el área deportiva del club, como Kiat Lim han reforzado la figura del entrenador de forma privada y pública, en un ejercicio de determinación que debe ser correspondido con resultados. En la entidad no se percibe el riesgo de descender de la misma forma que la temporada pasada, aunque un inicio de año negativo podría desencadenar cualquier escenario, también en un banquillo que a día de hoy no está cuestionado.