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opinión politizada / OPINIÓN

Promesas del este

25/10/2023 - 

VALÈNCIA. Uno de los argumentos más tramposos que vienen usando los defensores de Peter Lim en esta ciudad –sí, no me miren así, todavía los hay a capazos por mucho que disimulen- es que, si nos ponemos literales, el bróker de Singapur nunca prometió ninguna de las cosas que se le exigen. Según ellos, Lim nunca prometió públicamente hacer un equipo Champions, ni realizar grandes fichajes, ni finalizar el Nuevo Mestalla, ni tratar a un club centenario con el respeto que merece. 

“Eso fue cosa de Amadeo Salvo y Aurelio”, proclaman, como si eso salvara reputacionalmente al magnate. En realidad, le deja en igual o peor situación: de ser esta la verdad, Peter dejó que otros pusieran la cara y las palabras, mientras él hacía números desde las sombras, mano a mano con su socio Jorge Mendes, sobre los píngües beneficios que podía extraer de la adquisición de un activo que algunos devaluaron hasta extremos paroxistas para hacerle más dulce la transacción.

Para la teórica importancia que la palabra dada posee en la cultura asiática, Meriton y sus representantes han demostrado una endeblez llamativa en la firmeza de sus compromisos prácticamente desde que llegaron. Los ejemplos son muchos y variados: desde Layhoon y su “no queremos vender a Paco” mientras paralelamente Mendes y Lim cerraban el traspaso de Alcácer al Barça, hasta las innumerables ocasiones en que algún portavoz de la mercantil que parasita el Valencia CF ha salido ante los micrófonos a vaticinar un empujón definitivo al Nuevo Mestalla. 

Al respecto, el último en quemarse en la plaza pública fue Javier Solís, que un 9 de octubre dijo ante la prensa que el convenio urbanístico estaba “todo correcto” y que tenían “ganas de plasmar negro sobre blanco esos últimos detalles para empezar las obras”, para ver cómo un 18 de octubre el ayuntamiento de Valencia propinaba un tortazo a su credibilidad con un comunicado paralizando las negociaciones respecto al convenio.

Miren, Meriton miente mucho. No es un trabalenguas fonético, es la pura realidad. Y ni siquiera pueden acogerse al socorrido argumento de cambiar de opinión, como algún que otro político ha hecho más de una vez. No: faltan a la verdad, imagino que por una serie de motivos empresariales que a los mortales se nos escapan. Y cuando llega el momento de pedir cuentas, siempre la misma cantinela de su guardia de corps: “Nadie sabe lo que Peter Lim piensa, se le culpa por lo que otros dicen en su nombre”. Y vuelta a empezar.

Bien, nos ceñiremos a lo que otros dicen. Y esto no me lo tienen que contar: lo viví en primera persona. Ubiquémonos: Junta General de Accionistas 2022, palco de Mestalla. Como viene sucediendo en los últimos años, reducidísima presencia de accionistas, apenas una decena. Y como gran atracción, el nombramiento del hijo de Peter Lim, Kiat, como miembro del consejo de administración. Allí estaba Kiat, con un traje que evidentemente no era el suyo, tratando de ponerse al día sobre temas societarios en una estampa berlanguiana: entre los consejeros, personal del club y miembros de VCF Media presentes en la sala, casi triplicaban el número de accionistas asistentes.

Para los despistados, pongámonos al día: en el año 2020, con Anil Kumar Murthy en la presidencia, se decidió blindar definitivamente las JGA y parapetarse en la ley de sociedades de capital. Entre incursión e incursión en el mueble bar, Murthy maniobró –con la aprobación de Lim, evidentemente- para cerrar a cal y canto las juntas: no sólo impediría el acceso a los medios, como viene sucediendo desde 2019 (entre 2014 y 2018 ya se había limitado el derecho a informar in situ), sino que elevaría el número de acciones necesarias para acudir presencialmente de 9 títulos a 3.568, por aquel entonces el 1% del capital de la sociedad. Una cantidad salvaje y que, de un plumazo, suponía una barrera para el 95% de accionistas que solían molestarse en acudir a este tipo de actos, vitales para demostrar la buena salud de una sociedad anónima deportiva.

Así las cosas, la única solución para cualquier persona no llamada Peter Lim o Manuel Llorente era conseguir el número de delegaciones suficientes para acceder a la asamblea. Gracias a la generosidad y oportunidad que los asociados de LibertadVCF me otorgaron de poder entrar a contar por redes sociales lo que se fuese diciendo ahí dentro, pude hablar un rato tanto con Kiat Lim como con Layhoon.

El resto de temas de los que debatimos no vienen al caso. Pero sí el compromiso que ambos tuvieron, durante uno de los recesos y cuando les pregunté directamente, sobre la reversión a 9 acciones para poder asistir a la junta. Era un corrillo con un puñadito de personas, hay testigos de lo que afirmo. Kiat Lim y Layhoon Chan prometieron que eso se haría en los meses sucesivos y que, en diciembre de 2023, todos aquellos accionistas con mínimo 9 acciones propias o delegadas podrían estar presentes en la asamblea.

La manera en que lo afirmaron, tan rotunda, tan tajante, no dejaba lugar a la duda. De hecho, el propio Kiat volvió a hacerlo en la entrevista que le grabaron los medios del club: “Con respeto a la historia y tradiciones del club, hemos decidido revertir al formato original para acceder a la Junta General. Esperamos que esto nos permita conectar con todos los accionistas, además de demostrar que sí que somos serios en cuanto al cambio y que queremos conectar de nuevo con los accionistas, con la afición y con los medios de comunicación”.

Y aquí andamos. A menos de dos meses de la junta, promesa incumplida por el momento. Primero, porque a principios de año explotó el tema Gattuso. Después, porque la situación del equipo era muy delicada. Luego, porque el riesgo de descenso era real. Posteriormente, el mercado de fichajes acaparó toda la faena en verano. Y ya en septiembre… Uy, ¿ya estamos en octubre? ¡Qué despiste el mío!

En el club aseguran que “lo están mirando”. Que están buscando la fórmula y otros despejes a córner habituales. Les queda tiempo, aunque poco: según los que saben, bastaría por ejemplo con convocar una JGA extraordinaria un jueves de diciembre –con los obligatorios 30 días de plazo para darle publicidad-, aprobar la modificación de los estatutos para reflejar la vuelta a las nueve acciones, y convocar una JGA al día siguiente que ya permitiese el acceso masivo de accionistas. O incluso, rizando el rizo, se podría convocar una extraordinaria un viernes a las 8 de la mañana, aprobar el cambio con el rodillo accionarial de Peter Lim, y llevar a cabo la ordinaria a las 12 del mediodía.

Tiro mano de un clásico de mi repertorio: tarde y mal. Era innecesario apurar tanto, pero ya sabemos lo que le gusta a Lim y Meriton el roce con los plazos límite (que le pregunten al ayuntamiento, al que no le quedó otra que caducar la ATE ante tantos incumplimientos). Soluciones… haberlas, las hay. Pero, ¿hay voluntad? ¿Hay ganas por parte de Layhoon de no faltar a su palabra y tener que escuchar de boca del resto de accionistas ídems que no le gustarán? ¿Hay intención por parte de Kiat de volver a la ciudad en calidad de consejero, cuando no la ha pisado desde diciembre del año pasado a pesar de haber afirmado que se dejaría caer por aquí más a menudo? Y, ya en clave profesional, ¿hay valentía comunicativa para abrir el acceso a los medios a la JGA para informar con libertad, independientemente del número de acciones necesarias para asistir? 

Todo preguntas que, como la mayoría de promesas que vienen del este, se suelen desvanecer entre silencios y respuestas vacuas.


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