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Qué blanda es la afición del Valencia

Foto: Carla Cortés
7/01/2021 - 

Los valenciólogos, expertitos y domingueros de salón nos terminaron convenciendo que la del Valencia era una mala afición que dudaba de los entrenadores a las primera de cambio, silbaba y agitaba coches. Que como un volcán explosionaba cada dos por tres. Que ejercía prejuicio sobre su equipo y Mestalla era más tumba que caldera para los locales.

Aquí el resultado: desde que el Valencia juega sin público, el equipo marcha que es un primor sin la presión asfixiante de su hinchada.

Debe ser el mejor peor mérito de la propiedad lejana: convertir en blanda a la afición del Valencia, cuyos defectos no eran muy distintos que los de cualquier hinchada media. Con la alianza de un fútbol sin testigos (el escenario idílico para la propiedad tóxica), si alguna enseñanza deja este trance es que entre la revuelta y la anemia, el valencianismo se ha quedado sin sangre. Aletargado. Un club en descenso, en fallida, con un estadio gigante por hacer, empantanado en su práctica totalidad… y una afición en consecuencia agotada. Las algaradas son escasas, la protesta de consumo propio.

Tanto que es la propia Liga quien más defiende a Lim, con Tebas entregado con fervor enfermizo. La internacionalización de la queja apenas se deja ver. En una partida más exterior que interior, el valencianismo está replegado sobre sí mismo, sin más apoyos que unos políticos tibios modulando su interés.

Ha ido a hacer más una medianera contratada por Laporta en Madrid que kilogramos de nuestra desafección. Al menos obliga a repensar.

Nos aferramos a una tentación: cuanto más a peor vaya el Valencia, más cercana debería estar la solución. Esperando a que la fruta caiga por sí sola, que al árbol se le caigan todas sus hojas; que de tan mal, el arreglo acabe llegando solo, cristalizando operaciones subterráneas. La frustración de hacer frente a un adversario tan lejano.

Guerreamos por Twitter, pero resulta que el adversario está evaporado y su fuerza reside en la invisibilidad. Si hasta hemos acabado dando por bueno a un entrenador que hace tiempo que dejó de creer en el proyecto que él mismo consintió. ¡Oh, dura e inflexible afición del Valencia!

Demasiados actores han dejado huérfano al Valencia, a la espera de que todo se arregle por sí solo. O que lo inevitable, suceda. Y sucediendo está.

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