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opinión pd / OPINIÓN

Respiración asistida

20/11/2021 - 

VALÈNCIA. Es algo así como cuando llevas un tiempo sospechando que tu organismo no funciona debidamente, que incubas una enfermedad seria y llega el instante de recibir la mala noticia por medio de un diagnóstico profesional que pone ‘negro sobre blanco’ la disfunción que tu cuerpo anida. 

Así se percibió el momento en el que la Liga ubicó al Valencia a la cola de los equipos de primera atendiendo al límite salarial establecido por la propia Liga y así , también, hemos encajado el informe de la auditoría que recoge el cierre de ejercicio contable del Club y, casi peor, las previsiones para el próximo. 

Todos sabíamos que el Valencia de Meriton está gravemente enfermo pero… echar un vistazo a las cuentas, aún no teniendo la formación necesaria para saber interpretarlas al detalle, supone una desazón inquietante que se transforma, de manera inmediata, en terror cuando piensas que la enfermedad, que no es otra que  el propio Meriton, no da señales de querer abandonar el organismo del club que tan gravemente ha enfermado. 

Sin necesidad alguna de entrar en el detalle de los números, salta a la vista que el color de la orina del enfermo augura los peores presagios. La realidad se impone de manera inapelable y, transcurridos ya siete años de la llegada del ‘salvador’, el documento remitido a los accionistas para someterse a aprobación en la Junta retrata a la perfección sus aptitudes o… sus ineptitudes y sus intenciones. 

No sólo señala su incapacidad absoluta para gestionar un club de fútbol sino que describe nítidamente cual el su filosofía y sus propósitos: convertir al Valencia CF en un club pequeño, con una economía cada vez más precaria y con unas aspiraciones deportivas intranscendentes. 

Ni siquiera les funciona la política de vender las ruedas para salvar el coche porque, habiendo descapitalizado el vestuario desprendiéndose de futbolistas valiosos, siguen cerrando cada ejercicio con unas pérdidas inasumibles. Los ingresos futuros del Club están pignorados en un altísimo porcentaje como garantía de los préstamos que se amontonan sobre la mesa y su capacidad para generar ingresos adicionales es absolutamente nula. 

Asumiendo su fracaso, también, de cara a la próxima campaña, vaticinan una venta de futbolistas por un valor NETO de 37 millones de euros pero ese cálculo corresponde al balance del Club y no a la realidad deportiva que manda la Liga y que demanda un dramático ajuste de plantilla que debería fijarse en 31 millones de coste antes de diciembre de 2022. 

Lo cual significa que, o se consiguen ingresos extraordinarios en el plazo de un año o habría que vender futbolistas por valor de 90 millones. Y, cuando la única herramienta que puede existir en un Club de fútbol para generar recursos, a falta de otros talentos comerciales inexistentes en este Valencia moderno e internacionalmente ‘guay’, consiste en contar con una estructura deportiva capaz de encontrar aquellas joyas ocultas que ofrece el mercado a precio asumible que eleven el nivel competitivo del equipo y pasen a convertirse en activos reales de la entidad, ponemos a Anil Murthy a dirigir la política deportiva del Club. Aún nos pasa poco.

La ampliación de capital, que no supone una apuesta deportivamente ambiciosa sino que responde a la necesidad de no caer en el colapso definitivo del Valencia CF, concede una “extraball” hasta que toque hacer otra fotografía de las cuentas. Una suerte de respiración asistida para no verse obligados a bajar la persiana y perder su inversión. Llegado el momento, habrá que cambiar el gotero para que el Club no muera. Pero no es una solución a largo plazo sino un tratamiento paliativo.

Cuánto me acuerdo de Aurelio que aventuró un Club que, en cinco años, vería liquidada la deuda y cuánto me acuerdo de Amadeo. De la mayor transacción del mundo mundial, de ese Club que iba a competir con los grandes, de ese club que no tendría necesidad de desprenderse de sus buenos futbolistas y de ese estadio que estaría terminado para el Centenario.

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