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/ OPINIÓN

Roto

27/04/2022 - 

VALÈNCIA. Estoy roto, como todos vosotros. Descosido por dentro y sin ganas de aporrear el teclado para escribir estas líneas, pero he de hacerlo por compromiso, honestidad y profesionalidad. Salvo algún retuit o favorito, no he tuiteado nada en muchos días –pido disculpas a todos y todas las que me escriben- porque no me veo con fuerzas de afrontar ninguna cuestión. En días como estos se hace difícil hacer valoraciones cuando el dolor es tan grande. Y es que eran tantas las ilusiones puestas en esta competición y este momento que no sé ni qué decir.

Para mí era un partido especial por mil motivos, desde personales hasta profesionales, que van desde lo más bonito hasta lo menos positivo. Era un partido que servía como punto de inflexión para muchos de nosotros, como reseteo a dos años muy complicados a todos los niveles y que servía para tomar decisiones de futuro.  Pero la moneda salió cruz, y no pudimos conseguir la preciada y ansiada Copa.

Ya llegará el momento de valorar los daños colaterales como son no entrar en Europa, los cambios en la plantilla y la continuidad del técnico para un futuro proyecto que ahora mismo es una incógnita. Y digo que ya habrá tiempo porque me veo incapaz de analizar nada ahora mismo. Ahora me encuentro desolado, destruido y vacío por dentro. Con un sentimiento de impotencia, de dolor y de lágrimas que hacía años que no tenía.

En situaciones así, es entendible cualquier tipo de reacción porque no todos somos iguales. Jamás criticaré el cómo reacciona una persona ante un determinado suceso porque los hay que tiran hacia adelante bien pronto, los hay que se enfadan y también quienes sufren de dolor. Como si de una pérdida se tratara podemos buscar culpables en general con la confección de la plantilla o, en particular, con los errores del partido; podemos alentar a un nuevo e ilusionante comienzo como ya ocurriera después de perder otras finales más importantes; o podemos rompernos de dolor y pasar un pequeño luto deportivo y sentimental. Para mí, todas son válidas pero he de confesaros que me encuentro más en la tercera que en cualquier otra.

Me da rabia por todos esos miles de valencianistas que durante estas últimas semanas y este fin de semana especialmente, estuvieron animando al equipo y dándonos cariño a todos los que íbamos o estábamos en Sevilla. Su apoyo fue incondicional y auparon al equipo durante todo el partido desde los prolegómenos hasta el maldito resultado final.

Esta afición es muy grande. Para mi es la mejor del mundo. En Sevilla dimos una lección de sentimiento, animación y apoyo incondicional a unos colores, a un escudo a una pasión. El Real Betis ganó en el césped –enhorabuena al conjunto bético y a toda su ejemplar afición- pero la afición del Valencia CF ganó en la calle y en las gradas. Para perder finales, lo primero, es tener que jugarlas. Orgullo y honor máximo a este equipo y, ésta, nuestra afición.

Y lo que vi y sentí es unión. Compromiso y respeto mutuo bajo el lema “Tots a una Veu”. Es inevitable tener opiniones distintas sobre mil temas referidos al equipo tanto en lo deportivo, como en lo social, pero los que estuvimos en la capital hispalense sentimos cómo el Valencia CF está por encima de todas las cosas. De las buenas y de las malas.

Ver cómo valencianistas se abrazaban, reían, cantaban y lloraban juntos de nuevo me llenó de orgullo y felicidad. Me hizo creer que podemos contra lo que sea. Aficionados que en redes sociales se mataban, aquí se abrazaban, fotografiaban, cantaban y se enorgullecían de compartir colores. Lo mismo ocurría con la prensa que en Valencia tiene sus roces pero, en Sevilla, fue toda al unísono y unida con un único objetivo: ganar la Copa. ¿Por qué no podemos hacer lo mismo en Valencia? ¿Por qué eso no ocurre durante el año? Son preguntas que ni sé, ni tengo ánimos para responder ahora. Sé que este equipo y esta afición se levantará más fuerte con todo y contra todo, pero esta semana está siendo más dura de lo que pensaba.

Sea como fuere viene un futuro incierto a todos los niveles. Son semanas para tomar decisiones y para saber a dónde nos dirigimos. En lo personal solo puedo agradecer enormemente el apoyo y las palabras que tuvisteis conmigo en Sevilla y pediros disculpas por si en algún momento no di la talla o no he podido cumplir con las expectativas. No es fácil intentar ser ecuánime en situaciones en las que el sentimiento es tan fuerte y la situación tan difícil. Pese a no ser excusa, no siempre la cabeza y el corazón pueden ir unidos cuando de trabajo se trata y, muchas veces, lo que pasa o contamos no es lo que realmente queremos.  

Y es que siempre pensé que mi última foto en La cartuja sería con la Copa y no la que encabeza este artículo. Lo vi posible. Yo estaba igual de convencido que los jugadores en la noche previa en la final. Había un plan en el equipo, había una idea para plasmarla. Que este artículo sería contando los éxitos del Valencia CF y que la foto que la encabezara fuera la celebración del título era una idea que fue ganando peso según se agotaban los 90 reglamentarios. Parece inverosímil pero no podían con nosotros, ni en la grada ni en el campo. Pensé que podía ser. Por desgracia, no fue y, ahora, ya no sé qué será.

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