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análisis | la cantina

Rovellet y el absurdo debate de quién ha sido el mejor de todos los tiempos

18/10/2024 - 

VALÈNCIA. Cada vez que paso por la calle Xàtiva y me aproximo a la calle Pelayo, miro en el bar de la esquina a ver si veo a algunos de mis amigos de la pilota. A veces está ahí sentado el Rovell, tomando un café y disfrutando de un rato de tertulia. Antonio Reig ‘Rovellet’ tiene 92 años, ha sido uno de las grandes figuras de ‘l’escala i corda’ y tiene una memoria enciclopédica. Charlar con él es un privilegio, un regalo. Para que los futboleros lo entiendan sería algo así como sentarse a hablar con Pelé o Di Stéfano. Siempre tiene historias bonitas para contar, recuerdos de otros tiempos, la época en la que la pilota era un deporte puntero, de cuando los trinquetes se quedaban pequeños. No como ahora…

El club de pilota de Pelayo organizó unas charlas en el trinquete hace un par de sábados. Y, entre otros asuntos diversos, incluía una conversación entre el periodista Moisés Rodríguez y el Rovellet. Así que me dejé caer. Hay que aprovecharse de su sabiduría. Siempre. Fue tan interesante lo que contó primero, en un corrillo, con varios amigos como Pedro, Fredi o Vicente Alcina, como lo que dijo con un micrófono en la mano. Él es así.

Antes de sentarse en la mesa del coloquio, le pregunté si él había llegado a enfrentarse en plenitud al Genovés. Me dijo que no y contó que se intentó montar un desafío que finalmente no se llevó a cabo porque Paco no quiso. Rovellet ya había cumplido los 40 cuando irrumpió la nueva figura de los trinquetes. Nunca pudieron medir su verdadero potencial.

Luego, ya para todo el mundo, el Rovell, que es vecino de la calle Pelayo, explicó que lleva tres años sin bajar al trinquete porque tiene que cuidar de su mujer. Esto es una anomalía para él, una persona que, según explicó, con un año o año y medio, cuando aprendió a andar, de lo primero que hizo fue entrar en el trinquete porque su padre era ‘marxador’ y su madre bajaba al chiquillo para que se vieran. “Ahora es una vergüenza que esté cerrado de lunes a viernes”, criticó. Y añadió: “Siempre se dice que Pelayo es la catedral de la pelota. Pero esto no es una catedral, es una ermita…”.

Antes que marchador, su padre fue jugador, y, claro, su sueño era que su hijo fuera una figura de este deporte. No lo tuvo fácil porque al pequeño Tonín lo que le gustaba era el fútbol. “Pero en aquella época los padres eran un poco dictadores y se acabó imponiendo. A los 15 o 16 años (allá por el año 1947) ya me falsificaron la ficha y empecé a jugar”. Era la época en la que las estrellas de la pilota iban a Mestalla y las estrellas del Valencia, a Pelayo. Y Rovellet recuerda que muchos días entrenaba con Amadeo, Vicentico Asensi o el que fuera.

Quizá por eso nunca fue mitómano. Él tuteaba a los mejores futbolistas del Valencia, y ahora, cumplidos ya los 92, con la vida hecha, menos aún. Y mientras cuenta algunas anécdotas, el periodista le pregunta si echa en falta a algún pilotari entre los rostros de las leyendas que cuelgan en la galería del trinquete Pelayo. Ese Olimpo que alguien decidió que formaran el Nel de Murla, el Xiquet de Quart, Juliet d’Alginet, el propio Rovellet y Paco Cabanes ‘El Genovés’. El Rovell contesta como solo puede contestar alguien que no necesita el halago para vivir. “A mí me da igual estar ahí (colgado entre los grandes) que en mi casa. No le doy importancia”.

Son cinco leyendas y cada uno tuvo su momento. Muchos aficionados vieron jugar al Genovés. Muchos menos a él, a Juliet y a Quart. Y ninguno al Nel de Murla. Rovellet siempre ha sido un caballero. Dentro y fuera del trinquete. Y jamás contestó a los que hablan de Genovés, diciendo que es el mejor de todos los tiempos, sin haber visto a los demás. Nunca le ha molestado esta afirmación. Al contrario, siempre ha tenido palabras elogiosas y generosas hacia Paco. Pero si le preguntan, él da su opinión. “A mí el que me gustaba era Quart, que tenía el mismo poder que el Genovés y era mejor técnicamente. Pero, vamos, que es la impresión que me dio a mí cuando era prácticamente un niño”.

En realidad es la voz de la sensatez, que es lo que siempre ha caracterizado a este caballero de los trinquetes.


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