Como si fuera una declaración de intenciones bien coordinada, Wass y el presumible Gameiro vienen a predicar un mensaje idéntico: riesgo escaso, efectividad, funcionamiento inmediato, conocimiento intenso de la Liga...
VALÈNCIA. Wass y Gameiro no son promesas rutilantes ni jovencitos por hacer. Son señores mayores, con cierta similitud estética: fríos ejecutores. A dios gracias que Marcelino no tiene nada que ver con la confección de la plantilla (cuántas veces lo ha dicho), porque si no creeríamos que le están haciendo el grupo a medida y que su ascendencia está más cerca de un manager plenipotenciario que la de un entrenador raso, en trinidad a izquierda derecha con Longoria y Alemany.
Creeríamos que tras mirar a futuro incorporando a piezas potenciales por hacer, ahora, justo en el mismo momento, ha llegado la hora de los señores mayores. Como si fuera una declaración de intenciones bien coordinada, Wass y el presumible Gameiro vienen a predicar un mensaje idéntico: riesgo escaso, efectividad, funcionamiento inmediato, conocimiento intenso de la Liga.
Cansados de pasarnos media temporada de quejita en quejita hasta la Champions final, dando la murga con que el grupo se quedaba corto y no había suficiente fondo de armario para un curso extenso (justo se planificó para una temporada corta), la planificación deportiva parece bien consciente del cambio de perspectiva.
Pasar de tener a Maksimovic (¡qué honrado, qué buen chico!) como recambio de Parejo o Kondogbia, a que lo sea Wass y Coquelin supone un paso adelante, más allá de que el Valencia sigue sin tener un recambio de competencia para el capitán.
Señores mayores para mantener la competitividad de un conjunto que sin ella pierde todo su fuelle. Atrás quedó, albricias, el tiempo en el que se quiso convertir al club en una piscifactoría de futbolistas jóvenes y, al tiempo, justificar el rendimiento deficiente con que estaban por madurar. ¡Pues no fiches solo jóvenes! Por fin la compensación justa entre perfiles distintos.
Marcelino -recordemos, nada tiene que ver en la confección de la plantilla- se ha puesto a reunir en torno a sí mismo a más señores mayores, de una regularidad que aumenta la posibilidad de éxito. El Valencia se juega esta próxima temporada evolucionar hacia su futuro o verse de nuevo enclaustrado en tierra de nadie. No hay margen para demasiado experimento. Quienes ante fichajes como estos rajan del poco recorrido que les queda, se dejan guiar por el prisma economicista y la obsesión de venderlos posteriormente. Viva los señores mayores.