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Sha’Carri, castigada y juzgada por un porro

9/07/2021 - 

VALÈNCIA. Recuerdo hace muchos años que, durante una noche de verano, un deportista olímpico no paraba de dar manotazos al aire durante la timba de póker que había en marcha. Y cada vez que uno de sus amigos se encendía un porro, se giraba y me preguntaba si existía alguna posibilidad de que acabara dando positivo por inhalar el humo de la marihuana que flotaba sobre el tapete. Creo que buscaba en mí, por eso de ser periodista deportivo, una voz autorizada que ahuyentase sus miedos y poder seguir así con los faroles sin temor alguno. Pero a mí, en realidad, me entraba la risa porque, al mismo tiempo, estaba viendo las caras de incredulidad de sus amigos, que no entendían la preocupación del as del deporte y simplemente seguían a los suyo: jugar, beber y fumar.

Estos días se ha formado un intenso debate en Estados Unidos -y, por lo tanto, en todas partes- porque una de sus mejores atletas ha dado positivo por THC. Se trata de Sha’Carri Richardson, autora de la sexta mejor marca de la historia en los 100 metros (10.72) y ganadora de los Trials, las pruebas de selección en Estados Unidos. Una mujer que estaba llamada a recuperar la corona de la velocidad para su país, que lleva 25 años sin oler un oro en los 100 metros de mujeres, desde que Gail Devers revalidara el título olímpico en Atlanta 96 (Marion Jones también ganó en Sídney 2000 pero fue desposeída por dopaje).

Sha’Carri no buscó una de esas excusas absurdas a las que recurren los tramposos indecorosos. La velocista de 21 años no se escondió. Salió y dijo que era cierto, que se dejó llevar porque días antes había muerto su madre biológica y creyó que con la marihuana lograría adormecer el dolor. Después, cuando fue sancionada durante un mes y vio que muchos de esos puritanos que se creen en una absurda superioridad ética y moral la criticaban porque el castigo suponía que no podría disputar los Juegos Olímpicos, cogió su cuenta de Twitter y escribió “I am human” (Soy humana).

La madrileña Elena García Grimau, que es bioquímica, experta en dopaje y que posee una de las cabezas mejor amuebladas del atletismo español, detalló en su blog (elenagarciagrimau.com) las particularidades de este caso. De los principios activos del cannabis, el THC y el CBD. De que uno, el primero, está prohibido por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), pero no el segundo, que es el que se suele comercializar en los países donde esta droga está legalizada. Y cuenta que la última edición del Código Mundial Antidopaje introdujo una nueva categoría: las sustancias de abuso, dedicada a aquellas drogas sociales que no mejoran el rendimiento deportivo.

La pregunta que surge es: si no mejoran el rendimiento, ¿por qué están prohibidas? La respuesta es doble: porque pueden suponer un riesgo para el deportista y porque vulneran el espíritu deportivo.

La honradez de la atleta norteamericana también ha provocado aplausos. El mismísimo presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, aseguró que se sentía orgulloso por la reacción de la deportista, pero añadió que las reglas son las reglas. La propia federación estadounidense, la USAFT, habló muy claro -esto no es muy habitual es una institución salpicada por un asunto de dopaje- y llegó a decir que empatizaba con las circunstancias atenuantes de Sha’Carri y hasta aplaudía enérgicamente su responsabilidad (a la hora de admitir su culpa y no escurrir el bulto como es lo común). Y fue incluso un poco más lejos al reconocer que están por la labor de revaluar las sanciones de la AMA por estas drogas blandas, pero añade que entiende que sería “perjudicial para el equipo de Estados Unidos modificar los criterios semanas antes de los Juegos” y que por eso fue sancionada durante treinta días.

Sha’Carri vivió en unos días el rápido tránsito de la gloria a la miseria. En las semifinales de los Trials llegó a correr los 100 metros en 10.64, aunque con exceso de viento (+2.6), y en la final, con su melena color fuego al viento, incendió el tartán con un triunfo incontestable en 10.84. Poco después recibió el golpe de la sanción por ese porro a destiempo que la ha dejado sin Juegos Olímpicos.

No es la primera ni la última. Nuestro Gervasio Deffer ya perdió una medalla de plata en un Mundial de gimnasia por el mismo motivo. Y Pat Cash, el genial tenista australiano que conquistó Wimbledon en 1987 con aquella badana de cuadros negros y blancos, admitió en su biografía, titulada ‘Uncovered’, que recurría a la ‘maría’ para superar el dolor de las derrotas y las lesiones.

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