Hoy es 9 de octubre
VALÈNCIA. Cuando ibais al colegio, instituto o universidad ¿erais de los que estudiaban el día antes? ¿Un mes antes? ¿O directamente no estudiabais? Yo confieso que depende de la ocasión y eso, a veces, me jugaba malas pasadas. Porque unas veces aprobaba sobrado, otras justito y, algunas, suspendía merecidamente.
El Valencia CF salió en Mendizorroza como cuando ibas a un examen sin estudiar, pensando que era fácil porque los del B habían aprobado todos y porque habías sacado buena nota en el anterior. En esos casos pasaba lo mismo que ahora, que te crujían como nunca. Porque te confiabas, porque ibas sin tensión y porque te pensabas que estaba aprobado antes de hacerlo.
Al Valencia le pasó exactamente eso. Salió sin tensión, sin ritmo de partido y sin la mordiente que sí que vimos en San Mamés. Una buena prueba fue la primera jugada de peligro del partido, donde un Loum que regresaba al once, hacía y deshacía a su antojo para estar a punto de hacer el primero. Solo era un aviso de lo que venía justo después.
Porque no podemos permitir que unos partidos sí y otros no. Este equipo tiene mimbres para competirlos todos, es su deber y obligación. No solo intentar sacar el sobresaliente en una asignatura y aprobar justita la otra. Pero nos tienen en una continua incertidumbre.
Y es que este Valencia CF es de contrastes: capaz de lo mejor pero también de lo peor. Tanto es así que no me sorprendería que el equipo este fin de semana contra el FC Barcelona saliera como un rodillo a pelear el partido como si le fuera la vida en ello. Algo que, por otra parte debería ser lo normal, pero que no ocurre siempre.
Por eso creo que, más allá de la responsabilidad que todos sabemos que tiene Meriton en la confección de plantilla con las malas decisiones tomadas previamente, hay que poner el foco de vez en cuando en los jugadores. Unos futbolistas de contrastada calidad en comparación con la humilde plantilla del Alavés, donde tan solo Joselu sería ahora mismo titular en el Valencia CF –y depende del partido o del momento- o Loum –que hizo un buen partido-. Jugadores, los titulares del conjunto de Mestalla en Vitoria, que tuvieron la oportunidad de reivindicarse partiendo desde el once pero que no solo no lo hicieron, sino que tampoco supieron pelear como exigía el guión.
A este Valencia le pedimos que gane a los que tiene que ganar y que pelee contra los que tiene que pelear. Es una redundancia absoluta, pero es que no sé explicarlo mejor para que se entienda. No sé cómo hacer ver que este equipo no puede salir como salió a Mendizorroza estando advertidos como estaban de lo que podía suceder.
Porque Bordalás hizo bien su trabajo previo, ya que advirtió de la intensidad con la que iba a salir el Alavés y avisó de lo peligrosas que eran las segundas jugadas –que se las llevaron todas ellos- así como de los balones parados –que siguen siendo nuestro talón de Aquiles-. El técnico alicantino en las charlas previas al partido definió el encuentro como duro, correoso y en el que “había que igualar la intensidad”. Bordalás sabía lo que era Mendizorroza y lo que se juega este equipo. Tanto es así que en el descanso hizo los cambios oportunos y consiguió subir una marcha pero no fue suficiente. El técnico valencianista tiene la responsabilidad justa que le otorga su cargo, pero él no juega los partidos. Da las indicaciones a unos futbolistas que, en Vitoria, enfocaron demasiado relajados un duelo de alto voltaje. Sabemos de lo que son capaces estos jugadores y el otro día no dieron la talla. El vestuario sabe que no es el camino.
Y es que el Alavés llevaba varios meses sin ganar y fuimos el equipo que resucitó a un conjunto que estaba hundido en la clasificación. Ellos hicieron su partido –muy bueno, por cierto con las armas que tienen- y consiguieron 3 puntos que me siguen doliendo de cara a pelear por estar en una zona más alta de la clasificación.
Y me da miedo esto. Me da terror que el Valencia CF se deje llevar apostando todo a una Copa que, no nos engañemos, es también tremendamente complicada. Los jugadores quieren la Copa, y es la competición donde están sacando nota, pero deben querer también pelear en la liga. Por eso me da miedo que quede suspendida, en stand by, aparcada y en tierra de nadie. Cierto es que el cansancio hizo mella en un equipo que no está confeccionado –por desgracia- para tener partido entresemana a estas alturas, pero tampoco me vale de excusa por mucho que palmaran tres de los cuatro semifinalistas. De esta forma no.
Pero como todo en la vida, hay una nueva oportunidad de hacer las cosas bien, preparándose y concentrándose; saliendo con intensidad y peleando cada balón como si fuera el último; y, sobre todo, haciéndole caso al entrenador. Hay oportunidad para recuperar lo perdido.
Así que, amigos, amigas y amigues, cuando os pongan un examen de la materia que sea estudiad o, al menos, preparaos lo que haga falta para aprobarlo por muy fácil que parezca. Una vez pasa, dos quizás, pero a la tercera suspendes. Como en Vitoria.