En una de esas Campaña se marcó su eslálon. Con un requiebro de cintura dejó atrás a dos rivales y con un caño, a un tercero. Avanzó como Pedro por su casa y le señaló a Morales con el índice dónde iba a ponerle la bola al hueco para que se la dejara en la puntera a Mayoral, en boca de gol.
El Llevant triunfó en el Bernabeu. Con justicia. Con VAR. Fue mejor que el Madrid. Y le acompañó la suerte. No es menos cierto que también tuvo opciones para golear y humillar. Y acabó sufriendo lo indecible
Nadie dijo que Paco López fuera perfecto. Y sin embargo, mientras lo parecía, jamás jugó con un pivote medular tan atrevido como el que formó ante el Espanyol: Campaña y Bardhi. Ambos tienen virtudes destacables pero el trabajo de zapa no es una de ellas. El once granota rayó, tal vez, la insensatez.
Morales, tras el gol, diseñó una estampa para la historia. Besó el brazalete: escudo y Senyera. Envolvió el éxtasis levantino en la fidelidad a unos colores y a una idea. Ingenia goles de fantasía que se buscarán durante décadas en Youtube y sabe llegar como nadie al alma de su gente. Con su sonrisa de braquets y su cara de chico que nunca rompió un plato. A lomos suyos el Llevant se hace grande.