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Tarde y mal

3/09/2021 - 

VALÈNCIA. Tendemos a creer que todo funciona como un reloj suizo en estructuras empresariales muy profesionalizadas. Pero a menudo lo más difícil es encajar bien las piezas y los engranajes. El cierre del mercado ha dejado al descubierto que en el Llevant existe un abismo entre la imagen que se busca transmitir de solidez institucional y la realidad.

Ya sabemos que la decisión de prescindir de Tito y volver a Salvador ocultaba un cambio esencial en la filosofía del club: Paco ganaba peso en las decisiones deportivas y Quico tendría la última palabra. La teoría, como expliqué en su día, era razonable, sobre todo si se contaba a largo plazo con López para el banco. En la práctica se ha impuesto el caos y la falta de criterio: el escenario pandémico obligaba a trabajar con diversas hipótesis y era una oportunidad única para definir la política de cantera del club. No se ha hecho bien ni lo uno ni lo otro.

El Llevant asumió a final del curso pasado que dejaría marchar a Toño, Doukouré y Rochina, pero no trabajó en dar salida a futbolistas con que ya no se contaba, a otros de posiciones que era esencial reforzar y en acordar cesiones de jóvenes con proyección. Como no se hizo en su día, ahora, deprisa y corriendo, se ha perdido dinero y se han generado situaciones anómalas con futbolistas que merecían otro trato. La imagen del club queda dañada.

Una de las dificultades venía dada por el ajuste financiero (FPF), resuelto a la postre con la maniobra de Tebas. Con un mercado estancando el Llevant se veía obligado a deshacerse de algunos puntales –Aitor, Roger, Campaña, Bardhi, De Frutos, Vezo…– y empeorar el nivel de la plantilla. A ello se sumaban algunas incógnitas tácticas. Por el motivo que sea a López no le convencen ni el mejor central del equipo, Vezo, ni el mejor mediocentro defensivo, Vukcevic. Por otra parte, no se confía en Son (yo sí) o Coke y Miramón muestra sus costuras como lateral derecho, una posición que era mucho más urgente reforzar que el izquierdo, donde se cuenta con Clerc, titularísimo, y con el internacional Herrero, en el filial. Sin embargo se firmó a Franquesa. Y a Soldado, en un momento en que había cinco delanteros: Roger, Morales, Gómez, Cantero y León. Seis si contamos a Hernani. Había que resolver, además, los casos de Koke (con Aitor y Cárdenas por delante y dos grandes porteros en el filial), Pepelu, Blesa, Cantero, Pablo y Ferni. Y a nadie escapaban las limitaciones en el centro de la zaga.

Se han hecho demasiadas cosas mal. Tarde y mal. Y lo peor es que se ha confeccionado una plantilla descompensada, con algunas posiciones huérfanas y otras inflacionadas. Aún así atesora quilates de calidad. Si sus futbolistas franquicia dan lo mejor de si mismos, con la actitud correcta, y los jóvenes despliegan todo el fútbol que se espera de ellos (más la afición que el club, en realidad) el Llevant podría seguir creciendo. Hasta la ilusionante llegada de Mustafi revela la anomalía de no haber dado salida a ninguno de los cuatro centrales que había.

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