VALÈNCIA. He escrito muchísimas líneas sobre Morales y compartido minutos de radio con colegas de profesión con él como protagonista de esas tertulias. He seguido su progresión y es de esos jugadores que sin quererlo tiendo a sobreproteger más de la cuenta. Por eso me duele reconocer que necesita una desconexión. Paco López ya avisó en el debut de LaLiga Santander que era prioritario contar con su mejor versión. En aquella ocasión arrastraba unas molestias físicas que le dejaron en Valencia en el último amistoso de pretemporada en Palma de Mallorca. En la primera jornada fue suplente. Por unas teclas u otras, el ‘Comandante’ no ha dejado su sello en este curso. De ahí que no es un atropello asegurar que hay piezas que aún no encajan de un futbolista que será recordado para siempre. Llevo dándole muchas vueltas a que quizás el míster no le está ayudando poniéndole en el once salvo el día del debut.
Esta reflexión la empecé a desgranar antes del cara a cara contra Osasuna como si sintiera la necesidad de analizar una vez más a uno de los futbolistas sobre el que he tratado más aspectos de su trayectoria para encontrar más motivos que me ayuden a entender su inicio difuminado. No es que me urgiera recopilar estadísticas y condensar todo lo que ha hecho Morales desde que debutara en Primera en agosto de 2014 en San Mamés para cambiar mi opinión y disipar los nubarrones del arranque. En este proceso llegué incluso a pensar que ojalá ante los navarros me tragara mis palabras por vestirme de pitoniso y adelantarme a los acontecimientos. Aunque llevo semanas creyendo que le ayudaría dar un paso atrás para coger impulso, siempre me alegra verlo entre los elegidos y me fastidia que se respire un ‘run-run’ extraño en la grada cuando no le salen las cosas.
Me duele cuestionar a un futbolista que ya forma parte con letras de oro en estos 110 años de historia del Levante, con unos números que a saber quién conseguirá superar, pero este Morales no es diferencial en estos momentos. Quizás por ser él llame más la atención. En el último 1-1 tampoco rompió el cascarón. No dejó de insistir, pero le sigue faltando ese arreón en velocidad que decanta partidos y que tanto nos ha maravillado. Pronto dará ese golpe encima de la mesa. No me cabe duda. “Sigo igual, con la misma insistencia, con el mismo trabajo, con la misma ilusión de hacerlo bien. Espero que esa gente que pide al mejor Morales se vaya algún día a casa contenta”, respondía cuando servidor le pedía en zona mixta que evaluara su rendimiento en estas siete primeras jornadas. Quitó hierro al asunto, pero estoy seguro de que es el primero que sabe que no está bien. Aunque públicamente haga ver que no hay menos consciente de la realidad que el propio futbolista e intente hacer creer que no existe ni el más mínimo ápice de debate. De puertas para dentro es otra historia. En sus palabras percibo que necesita desquitarse de esa intermitencia cuanto antes con un partido redondo. Incluso, y lo digo con total sinceridad, en otro instante creo que hubiera alzado la voz más todavía por la actuación arbitral.
Morales se sacrificó en defensa, ejecutó un repliegue ordenado cuando le desdobló el lateral para cubrir sus espaldas y se esforzó en la ayuda —su mancha en el Villamarín— y la recuperación. Lo que se le pide, sobre todo, es que desborde al rival y para eso hay que estar fresco al cien por cien de piernas y mente. A veces me desespera porque sé de lo que es capaz y me da rabia no verle disfrutar como merece. Es incuestionable que lo da todo, pero no le está saliendo ese encuentro que suponga un punto de inflexión que además ayude a adjetivar de una vez por todas al equipo. Por eso, por su capacidad de jamás darse por vencido y sobreponerse a los contratiempos, quiero jugadores como él. Pero eso no quita, como sucedió en la temporada del ascenso cuando hubo picos en los que no acaparaba titulares, que hay que dar con la tecla y cocinar a fuego lento el despegue y consolidación del que ahora es el primer capitán. Estoy convencido de que logrará cambiar el guión y recuperará su normalidad: la del desequilibro, verticalidad y acierto. Paco López ha dejado claro que no contempla a su Levante con el ‘Moro’ fuera del once. Por su decisión, la solución pasa por mantener al ‘11’ en el terreno de juego y ya habrá tiempo para que cargue pilas después del descanso internacional tras el partido de Butarque. Más todavía si su esquema fetiche, el 4-4-2, tiene continuidad, aunque ande cojo de extremos naturales, incluso con Hernani sancionado para Leganés por su torpe autoexpulsión.
150 partidos del ‘futbolista obrero’
El domingo cumplió 150 partidos en Primera con el Levante —196 oficiales con los 40 en Segunda y 6 en Copa del Rey— y su historia es la del triunfo del ‘futbolista obrero’. Llegó del Fuenlabrada al filial por casualidad. En realidad, el deseado era un compañero suyo del centro de la defensa, pero cautivó por su velocidad supersónica. En el verano de 2011 arrancó su idilio como granota. Ya no era un chiquillo, pero Mora, el ojeador que acabó enamorado de su capacidad para dejar rivales por el camino, no lo dudó e insistió en la necesidad de saltarse la norma y apostar por un futbolista que aquel 23 de julio iba a cumplir 24 años. Tenía sus partidos ‘canalla’, pero ha quedado para siempre como uno de los líderes de un Levante B espectacular junto a Roger, Iván López, Mossa, Andy o Provencio.
Su sitio apuntaba al fútbol de primer nivel, el de los focos, el del ‘prime time’. Su cesión al Eibar en la 2013/2014 le vino de perlas. Ascendió a la máxima categoría y volvió a Orriols para echar raíces y convertirse en un ‘one club man’ aunque sin estar toda la vida aquí. “Esta es mi casa”, repetía en la celebración de su gol al Valladolid, el del 2-0 de la última victoria. Ha hecho oídos sordos verano tras verano a los clubes que han llamado a su puerta —acaba contrato en 2021— por su compromiso absoluto al club que le ha dado la vida deportiva. Lo más exótico fueron los ‘cantos de sirena’ desde China. Porque aquí es un símbolo. El futbolista franquicia. El más querido. Un jugador cien por cien granota que pretende que la 2019/2020 “no sea una temporada más que nos salvemos en la última jornada”.