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Opinión pd / OPINIÓN

Tú, él y nosotros

20/10/2022 - 

VALÈNCIA. Si algo queda claro tras la renovación de José Luís Gayà es que su inquebrantable sentimiento de pertenencia al escudo del murciélago es más “de otra época y corte moral” como reza la letra de “Feo, fuerte y formal” de Loquillo.

Gayà, a quien por mucho que ahora sublime la propaganda institucional intentaron vender por activa y por pasiva, ha endurecido el caparazón y ha hecho de su resiliencia un arte, un estilo de vida y un ejemplo para los aficionados actuales y las generaciones venideras.
Es tal su compromiso que no ha dudado en hacer públicas sus dudas de hace unos meses cuando el indigno ex presidente de la entidad (por cierto ¿No éramos unos todomalistas los que criticábamos el día a día de este tipo que según sus asalariados era un tipo modélico?) corrió a bajarse los pantalones hasta los tobillos ante Laporta a ver si se lo compraban por tres cacaos y un sugus de piña. Gayà cree en su Valencia -en aquel que soñaba desde pequeñito- incluso por encima de Meriton y eso se dice muy rápido pero tiene un valor incalculable y una profundidad admirable.

Viendo que Gayà ha decidido quedarse por encima de que -por mucho que nos lo vendan- el proyecto sigue teniendo las mismas deficiencias estructurales que rodean la inexistente planificación deportiva de Meriton desde su aterrizaje en 2014, el de Pedreguer se sitúa en una conexión sentimental en el respeto y veneración hacia el escudo, más próxima a lo que siente por su club el aficionado de a pie, que de lo que siente el futbolista -que guste o no guste es un señor que salvo muy contadas excepciones se mueve por parámetros económicos como cualquier hijo de vecino en la vida cuando se trata de su terreno laboral. Y guste o no, el fútbol es su trabajo-.

El “sí” de Gayà hasta 2027 es un “sí” extraído de la canción de Tardor “És això el que ens fa grans”: “Els millors jugadors són aquells que saven on están”. Y Gayà lo sabe, más que saberlo le corre por las venas de la piel. El capitán con este compromiso se sitúa mucho más cerca de sentir como siente el valencianista de calle. Gayà eres tú que me lees, Gayà es el valencianista que siente el murciélago a miles de kilómetros porque la vida se lo ha llevado a vivir y trabajar en territorio comanche. Gayà somos todos nosotros cuando cantamos un gol o se nos quiebra el alma ante una derrota dura como la de La Cartuja.

Y Gayà, aún sin pretenderlo (él sólo quiere ser feliz jugando al fútbol en su casa, y en esa sencillez radica su grandeza) es también un ejemplo para todos los que pensamos que cuanto antes se marche Meriton de aquí, mejor para el Valencia CF. En momentos en que la oposición parece más diluída que nunca en los últimos tiempos, la serena rebeldía del capitán ganando la batalla de permanecer en el club de su vida que ha hecho lo imposible en los últimos meses por venderle es el mejor  ejemplo para mostrar el camino de la paciencia y de la constancia cuando vienen mal dadas.

Por eso Gayà es mucho más que un jugador o que el capitán. Gayà eres tú, es él y somos nosotros. Moltes gràcies, capità!

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