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/ OPINIÓN

Un repaso

8/02/2022 - 

VALÈNCIA. En fútbol la revisión de los objetivos se hacen a final de temporada, ya lo sabemos. Pero hay ciertas cosas que se pueden poder bajo lupa a mitad del recorrido, quizá porque ya anuncian que la cosa, a lo mejor, no acaba muy bien, o porque ya evidencia que se ha hecho bastante mal o, tal vez, porque conviene decirlo justo ahora, para que haya un giro y el final trágico se convierta en tragicómico, al menos.

Me fijo ahora en el fútbol y la tecnología: el VAR, bien usado, es muy positivo, porque hay mucha chorizada que nos hubiésemos ahorrado a lo largo de la historia. Pero usado de esta manera tan arbitraria, valga la expresión, tan poco coherente y tan voluble dependiendo del campo, del árbitro, del rival y de la situación, pues, la verdad, se convierte en un perfecto instrumento de manipulación del campeonato. Y no es cuestión de decir estupideces como que los árbitros están comprados ni nada parecido: es necesidad de unificar criterios, porque no puede ser que el miércoles pasado te piten un penalti en contra, semejante o calcado al del domingo, a favor, y que este último no te lo piten.

Lo de la tecnología hoy en día está haciendo aguas en el fútbol, con líneas erróneamente tiradas, cámaras súperlentas que convierten un toque mínimo en una patada brutal o ya, lo último, lo vi en el partido entre el Barcelona y el Atlético: todo el mundo recuerda los goles de Carrasco y Jordi Alba…el primero, frontal a portería, a tres metros de la red, en carrera; el segundo, más allá del pico del área pequeña, balón bombeado, escorado, en estático…pues según la tontería esa que ahora ponen de estadísticas de acierto, las probabilidades de que Carrasco marcara eran de 9,2% mientras que lo hiciera Alba eran de 12,3% ¿tú lo entiendes? Yo no. La máquina calculó que era más fácil empalmarla como hace el lateral del Barça y clavarla en la escuadra que tocarla a un lado, como hizo el extremo colchonero. Ni idea de fútbol.

Ahora me voy al Valencia CF y a los números de Bordalás que no me parecen muy buenos en su conjunto, aunque su labor sí me parece muy positiva. A estas alturas, el año pasado, con un Valencia bastante peor que este y sin fichajes (no hablo de los tres que vinieron en enero), el equipo estaba en el puesto 13 en liga (ahora estás en el 11), tenía 24 puntos (cinco victorias, nueve empates y nueve derrotas) frente a los 30 puntos de ahora (siete victorias, nueve empates y siete derrotas), tenías 28 goles a favor frente a los 35 que ahora tienes, pero tenías 32 goles en contra (y aquello era un drama defensivo, lo recuerdo bien) frente a los 36 que ya has recibido, lo que hace una media de 1.57 goles en contra por partido.

Entre el año pasado y este podemos comprobar que recuperamos algo menos el balón, y que nuestra precisión de pase ha bajado casi un 16%, pues tenemos un índice bastante bajo actualmente (52,9 %) y eso que también tenemos bastante menos posesión (13% menos). Disparamos más en general y bastante más a puerta que el año pasado, con algo más de acierto. Tienes, claro está, mejor ataque este año que el pasado. A mí me llama la atención que robemos menos, que hagamos más faltas (casi 8 más por partido), que tengamos más tarjetas en contra, que recibamos más goles y que tengamos una precisión de pase más baja. Algo, desde luego, no se está haciendo mejor que el año pasado.

Por el contrario, el equipo está en semifinales de la Copa del Rey, con un camino bastante asequible, ciertamente. Pero ha llegado hasta aquí y eso nadie se lo podrá negar. El equipo ataca con más efectividad y es capaz de girar un resultado a su favor en situaciones poco ventajosas. Eso hemos ganado: intensidad, espíritu de sacrificio, voluntad. Ese es, de momento, el éxito de Bordalás: todavía no ha dado con la tecla defensiva, a pesar de que juega a contener al rival; tampoco ha dado con el equilibrio necesario ni con la fórmula adecuada para hacer un equipo compacto.

Y aquí viene mi último repaso: ¿es culpa de Bordalás? No, sino de quienes están al frente de la parcela deportiva de este club, que son incapaces de ver las auténticas carencias que este equipo tiene. Sin mediocentro defensivo y sin central de garantías. De hecho, tenemos un pasillo central muy débil y endeble en muchos aspectos, incapaces de sacar ya, de una vez, a Racic de esta plantilla o a Cheryshev, cuyas fichas te hubiesen posibilitado traer un jugador de garantías para esa demarcación. Fichas, sí, ¿pero refuerzas? Fichas, sí, ¿pero lo haces escuchando a tu entrenador? Fichas ¿sí? No, no fichas: lo has hecho con Cömert, que, de momento, es el que más problemas está teniendo (y lógico, el chico viene de no jugar y de una liga muy menor), pero Bryan Gil e Ilaix no son tuyos. De momento tampoco lo son Hugo Duro, Alderete y Helder. Sí es tuyo Marcos André, que costó lo que no tenías y que, de momento, es un fiasco de importantes dimensiones. Y aquí culpo directamente al técnico, que lo quiso traer: tampoco creo que él viera con buenos ojos pagar la burrada que el Valencia CF pagó por el punta: Ronaldo, el de todavía la vida, debe estar soñando con otra nueva negociación con el gran negociante Murthy.

Me quedo corto con el repaso, porque hay muchas cosas por el camino, pero me vale esto, de momento y pensar, también, que Maxi ha olvidado marcar gol y le necesitamos más que nunca. Seguimos con la confianza en su trabajo, pero algo le pasa, porque cada día define peor y no es normal.

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