VALÈNCIA. La vida te dar sorpresas...sorpresas te da la vida. Y en el caso que nos ocupa, en la época actual, en esta época donde todo lo relacionados con el Valencia hule de pena, siempre resulta como una carga extra de motivación el encontrarte un nano, a la puerta de su colegio, y casi sin venir a cuento te de un abrazo, de mire a los ojos, y así, a quemarropa, te diga de forma clara y directa que es lo que ese nano quiere como regalo por hacer en breve su primera comunión.
MIRADA ALUCINADA
Mi reacción es inmediata. Alucino y me alegro. En medio de tanto desfase y mal rollo que caracteriza a este Valencia de Singapur resulta gratificante que un nano de diez añitos te diga de golpe y porrazo que su regalo más querido sería, y es, una camiseta de su altura con el escudo del Valencia y el nombre de Mamardashvili grabado en la espalda. Se me escapa una sonrisa, o mejor dicho mil sonrisas, y al margen de alucinar porque esto me pase sintiendo al Valencia, sufriendo al Valencia y llorando por el futuro del Valencia, ciertamente una petición de este calibre, tan entrañable y preciosa, me obliga a esbozar una sonrisa y obviamente me obliga a buscarle esa camiseta de Mamardashvili para celebrar esa comunión que el Covid le obligó a atrasar, pero que hoy en día ya puede celebrar.
CARGO LAS PILAS
Les confieso que últimamente la lamentable imagen del Valencia y lo lamentable de la situación actual, me tenía como desarmado, derrotado de antemano, triste observando la pésima gestión de este Valencia de Peter Lim y cabreado por esos valencianos que forzaron, marranamente, la venta de este club a ese tipo tan sospechoso llamado Peter Lim. Ahora bien, teniendo todo eso en cuenta, jodido por la tristísima situación que hoy en día gobierna el Valencia. les aseguro que ese nano de diez años, esa petición de la camiseta del portero del Valencia actual para celebrar su primera comunión, me ha puesto las pilas esbozando una cariñosa sonrisa a modo de gasolina.
NO ME RINDO
Y les aseguro una cosa. Si hubieran visto la ilusión en la cara de ese nano estoy convencido que a partir de ahora se enrolarían en mi ejercito y empezaríamos a pensar en cualquier estrategia para que este club de nuestros amores recupere su normalidad y su cariño en un tiempo estimado y posiblemente largo...pero nuestros nanos se merecen que luchemos por ellos.
LA REALIDAD
¿Y saben una cosa? Yo soy ya un veterano periodista que he vivido días de gloria sintiéndome valencianista y ahora mismo me niego a tirar la toalla sintiendo con un cariño tremendo la petición de ese nano para su comunión, cuando en realidad ese nano sí quiere al Valencia, pero a diferencia conmigo jamás ha sentido que su equipo del alma tenga algo que deci8r en el fútbol español y europeo actualmente. Por eso he cargado las pilas. No tengo ni idea de lo que voy a hacer ni de cómo hacerlo. Pero la imagen de ese nano con la camiseta de Mamardashvili es como un motor gigante que me obliga a ponerme las pilar y a buscar alguna solución que ilumine al valencianismo.