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Una relación irreconducible

3/11/2021 - 

VALÈNCIA. Por segundo encuentro consecutivo en Mestalla las cámaras de Gol recogieron gestos de Anil Murthy desde el palco. Nuevamente despectivos con la afición de Mestalla que desaprobaba con cánticos la gestión del máximo accionista y de su asalariado en el sillón presidencial de las entidad valencianista.

Esta vez los gestos de Murthy fueron claramente reprobatorios y despectivos hacia el aficionado valencianista que protestaba con cánticos. Pese a que Mestalla no ha apretado aún ni una quinta parte de lo que puede llegar a hacerlo (propició la caída de Roig, no dejó hablar en una presentación a Jaume Ortí pese a venir de ganar una liga, impidió que Juan Soler se acercara al palco pese a poseer la mayoría accionarial o le cantó las cuarenta a Manolo Llorente tras una 2-5 ante la Real Sociedad) es evidente que Murthy está incómodo. Bajo la fachada de la arrogancia y de reírse de todo y de todos, a los mandatarios de Singapur les sigue sin entrar en la cabeza que "la plebe" sea insolente y proteste ante el pudiente.

La relación entre Meriton y el valencianismo está rota y es irreconducible. Entre otras cosas porque de ello se han encargado los propios asalariados del máximo accionista en la ciudad ensanchando el abismo que les separa como consecuencia de su nefasta gestión. El aislamiento progresivo del club cerrado a medios de comunicación críticos y con las redes sociales censuradas a los comentarios del público desde hace más de cinco meses, no hacen más que agrandar la distancia entre quienes tienen la mayoría de las acciones y el poder de decisión, y una masa social harta de los actuales mandatarios.

Por si todo ello fuera poco, la figura de Anil Murthy aún echa más leña al fuego en esta situación en lugar de buscar mitigarlo. El hombre que actualmente se sienta en el sillón presidencial del Valencia CF tiene la arrogancia y la provocación por bandera y disfruta desafiando a la grada de Mestalla cual César en el circo romano. Su lista de declaraciones desafortunadas jaleadas por los medios oficiales del club es interminable, y ahora también cabe sumar su actitud desde el palco.

Es la tercera salida de tono de Murthy, al menos de las recogidas por las cámaras de televisión (recordar por ejemplo que la temporada pasada se encaró con un aficionado a las puertas del Sánchez Pizjuán en los prolegómenos de un Sevilla-Valencia con los estadios aún vacíos por el COVID), desde el palco del estadio valencianista. La primera de ellas se produjo el 5 de octubre de 2019 en un encuentro ante el Alavés. Con la destitución de Marcelino y el inicio de la demolición del equipo campeón aún reciente, Anil Murthy se llevo el dedo índice a sus labios en clara señal de exigir al público que cesara en lo cánticos contra Lim y contra él, y ante el estupor de quienes se encontraban a su alrededor -entre ellos, Mateu Alemany-. La pueril excusa que entonces dio el club es que Murthy le estaba pidiendo al público que animara al equipo. Pero el hecho de que el presidente tomara una instantánea de las imágenes recogidas por televisión y la hiciera servir durante unas horas como foto de su perfil de whatsapp restaba toda credibilidad a dicha párvula versión.

La segunda se produjo en el encuentro ante el Mallorca de hace poco más de diez días. Las cámaras de Gol recogieron cómo hacia el final del encuentro Murthy respondía a los cánticos desde la grada llevándose el dedo índice al pecho y luego señalando el suelo que pisaba, actitud que muchos interpretaron como un "yo, estoy aquí". La absurda justificación que emanó de su entorno es que Murthy estaba quedando con un familiar en el vestuario del equipo para después del partido.

La del sábado pasado fue la tercera ocasión en la que Murthy queda retratado desafiando a la grada de Mestalla. Es evidente que pese a la pátina de superioridad con la que intenta revertirse de cara al exterior, el presidente que Lim nombró para el Valencia está incómodo. Y todo ello, ante un Mestalla que aún no ha mostrado ni la mitad de su potencial cuando se convierte en un volcán en erupción. Si llega ese momento, habrá que estar atentos a la reacción del mandatario singapurés.

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