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crítica

Una soberbia y revitalizada Ainhoa Arteta pone brillo, pasión y raza en Les Arts

1/12/2020 - 

VALÈNCIA. No se trata de ninguna aspirante. Es Ainhoa Arteta: una más que consolidada soprano de alto nivel, master en decisión y sabiduría, que acomete la fase madura de su carrera con enorme ilusión, convertida sin duda en una de las grandes de la lírica española. Por lo menos eso es lo que dejó patente en los oídos y en las retinas de los aficionados que ayer domingo se dieron cita en la sala principal del Reina Sofía y que acabaron de pie para despedir a la tiple vasca. 

Enmarcado en el ciclo Les Arts es lied, era este un recital esperado por el tirón mediático de la Arteta, y además porque tuvo que suspender su paso por aquí en marzo, cuando todo se paró por la pandemia. Desde que fue premiada en el Operalia de Plácido Domingo, -descúbrase lector, que he nombrado un grande-, y en varios concursos internacionales, su trayectoria, ya larga, le ha hecho pisar los más importantes teatros del mundo. Ahora, con fuerzas renovadas, se codea con los grandes solistas del panorama lírico internacional. Ha triunfado con la ópera Adriana Lecouvreur, obra olvidada en Les Arts. Y cantará aquí el verdiano Falstaff en enero, al lado de Ambrogio Maestri

Ainoa Arteta posee un instrumento seguro, versátil, vigoroso, y poderoso. Se mostró ayer como una soprano lírica soberbia de gran caudal y timbre brillante, homogéneo y bello, con una emisión fácil y natural, de proyección extraordinaria, por lo que sus notas llegan hasta la última pieza del trencadís. Su afinación es excelente, acertada su pronunciación, los legatos formidables, centro carnoso, agudos nítidos, y frases marcadas para una línea de canto tan elegante y bella como su propia presencia. 

Tiene un mordiente especial la soprano vasca, y es dueña del juego de los matices. Sabe aprovechar su más que sólida potencia vocal y hacerla compatible con la dulzura siempre presente en sus notas piano, hasta lograr el filado tan esperado por el aficionado, gracias a su depurada técnica de la respiración. ¡Placer! Sus recursos expresivos son de mucho nivel: la fuerza, la sutileza, la musicalidad, la elegancia, y la simpatía.

Foto: MIKEL PONCE.

Black Friday

Ninguna rebaja hizo Arteta en la semana del Black Friday, pues puso sobre las tablas un programa de gran calidad no exento de dificultades. Quizá por ello se presentó bien acompañada por un pianista seguro y de gran trayectoria y profesionalidad como es Malcolm Martineau, quien acometió individualmente obras de Debussy y Brahms, y que además fue un atento y preciso colaborador de la soprano. Es pianista de vasta experiencia, de ademán elegante y sereno, y de sensibilidad dilatada, como demostró trayendo carácter y estilos adecuados a cada obra, que bien distintas fueron.

Se inició el recital con canciones del prerromanticismo alemán de Ludwig van Beethoven. Los místicos Sechs geistliche lieder, con texto de Gellert, fueron interpretados por ambos protagonistas con contenida frialdad, y con expresión moderada, no exenta de cierto fervor por parte de la solista. Fue con los Tres sonetos de Petrarca de Franz Liszt con los que la Arteta demostró ser una experta en la utilización de los matices dinámicos, resolviéndolos con brillantez y belleza. La soprano supo dibujar adecuadamente las líneas melódicas de la exigente partitura del austro húngaro, que rezuma aire de amor apasionado.    

La parte española

Foto: MIKEL PONCE.

Cuando se dirigió al público al final del espectáculo y dijo ‘me siento muy orgullosa de ser española’, Ainhoa Arteta ya había cantado a Falla y a Turina. En realidad, su patriótica afirmación, -respondida con aplausos-, fue confirmación de lo que ya el público había detectado, pues difícilmente se pueden abordar las Siete canciones populares españolas del gaditano, y el Poema en forma de canciones del sevillano con más entrega, gracia, sutileza, justa expresión, y raza, como lo hizo la vasca.

Se sintió más que cómoda, en su salsa, y dejó momentos gloriosos con Falla, como en la delicada Nana, interpretada en la intimidad, de espaldas al público, volcada en la cuna del piano; y en el Polo, diciéndolo desde lo más hondo, como es ella, con pura expresión de quejido, en un grito de pasión verista. Con exquisitez melódica y proverbial pronunciación expuso los poemas de Ramón de Campoamor en las notas de Joaquín Turina. Estilo, ritmo, y fuerza fueron las bases donde Ainhoa Arteta confió su admirable expansión vocal.

El recital fue otro de esos regalos que el aficionado agradece. Tanto es así que los aplausos estuvieron siempre presentes desde el inicio, incluso en momentos en los que los puristas prefieren un respetuoso silencio. Pero no importa. El público valenciano estaba deseando escuchar a la guipuzcoana, y bien satisfecho que ha quedado, pues ha visto a una completa Ainhoa Arteta en plena forma, rejuvenecida, y revitalizada, ofreciendo un recital de pura expresión y mucho sabor.

FICHA TÉCNICA

Palau de Les Arts Reina Sofía. 29/11/2020

Recital de lied romántico/canción española

Obras de Ludwig van Beethoven, Franz Liszt, Manuel de Falla, y Joaquín Turina

Ainhoa Arteta, soprano

Malcolm Martineau, piano

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