VALENCIA (VP). En los últimos días son cada vez más las voces que cuestionan la actuación de un ejecutivo que llevó a Caja Mediterráneo (CAM) hasta sus cotas más altas por volumen de negocio, resultados y reconocimiento y que ahora es cuestionado por la compleja situación en que ha quedado la entidad tras la ruptura de su acuerdo con CajAstur, Caja Extremadura y Caja Cantabria, poniéndose en duda incluso su viabilidad.
Nadie cuestiona que López Abad (Alocy, 1956) es, con seguridad, la persona que más conoce y que mayor compromiso tiene con la CAM, a la que se incorporó con apenas quince años (entonces era la Caja de Ahorros del Sureste), al tiempo que seguía sus estudios en Ciencias Económicas y Empresariales en la Universiad de Valencia, y en la que continúa 38 años después. Los que le conocen consideran que son su capacidad de relacionarse, sus dotes como negociador, su potencial analítico y de decisión, su compromiso y responsabilidad y su espíritu de trabajo los que le han llevado desde lo más bajo hasta lo más lato de la entidad alicantina.
En estas casi cuatro décadas, ha ido escalando posiciones, desde los puestos más bajos hasta los puestos de responsabilidad. En 1980 fue elegido como director del Área de Planificación, desde la que, en 1985, puso en marcha un sistema de control presupuestario y planificación financiera. En 1992, fue designado director general adjunto (con responsabilidades sobre las áreas Financiera, Comercial y de Nuevas Tecnologías) y en 2001 asumió la dirección general, en sustitución de Juan Antonio Gisbert.
Atrás quedaron dos de sus aspiraciones, personales y profesionales: aprender a tocar un instrumento musical y estudiar Medicina.
Boom financiero
En los primeros años bajo su gestión, Caja Mediterráneo mantuvo una tendencia de crecimiento constante, consolidando su presencia en su mercado tradicional (Comunidad Valenciana y Murcia) e iniciando una expansión exterior que le llevó a superar las 1.120 oficinas en España y a contar con presencia en nueve países (Estados Unidos, Cuba, República Dominicana, México, Reino Unido, Suiza, Polonia, China y Marruecos). La entidad alcanzó el cuarto puesto del ranking del sector, tanto por actividad como por resultados, y ha sido uno de los principales pilares de empresariado de la región.
López Abad apostó siempre por la diferenciación y la innovación. La CAM ha sido siempre una de las cajas de ahorros con más avanzados sistemas tecnológicos y una de las primeras en consolidar un modelo operativo en Internet. Además, ha mantenido una política comercial activa, presentando competencia en todas las gamas de productos. Según comunicó en su última presentación de resultados, ha integrado su buscador de oficinas en Facebook.
La innovación no quedó sólo en cuestiones operativas. En julio de 2008, la CAM se convirtió en la primera (y, hasta el momento, única) caja de ahorros en cotizar en bolsa. La operación, que contó con el respaldo de otros grupos del sector, no ha sido imitada por ninguno, debido al complejo contexto vivido en los últimos ejercicios en el mercado de capitales.
Asimismo, en la búsqueda de nuevas fuentes de financiación ajenas a los mercados, fue una de las primeras entidades de su sector en recurrir a la fórmula del sale and lease back, con la venta al fondo de pensiones de sus empleados de inmuebles valorados en unos 60 millones de euros, cuyo uso mantiene a cambio del pago de un alquiler.
Ha participado en multitud de conferencias, foros y jornadas y ha sido profesor en cursos de la Fundación para el Desarrollo Empresarial, donde siempre ha prestado especial atención al ámbito de gestión y motivación de personas.
En julio del año pasado, Roberto López Abad fue nombrado Colegiado de Honor por el Colegio de Economistas de Alicante y en noviembre, en el consejo en el que se aprobó su sustitución como director general de Caja Mediterráneo, para asumir la dirección general de Banco Base, el cuerpo directivo y el consejo de la entidad reconoció y agradeció su labor. El directivo respondió con un "agradezco la confianza y colaboración que siempre me habéis brindado, personalmente a mí y a todas mis decisiones".
Una confianza ahora resquebrajada.
Cambio de escenario
La crisis económica ha tornado los avances en retrocesos. En los últimos dos ejercicios, la CAM ha cerrado unas 150 oficinas en España, con los consiguientes recortes de plantilla, su volumen de negocio y sus resultados se han reducido y sus ratios de solvencia y morosidad han empeorado de forma importante. La exposición crediticia y los intereses directos de Caja Mediterráneo en el sector inmobiliario (dentro y fuera de España; por ejemplo, en México) han sido un lastre que ha arrastrado a la caja sin que encontrase la fórmula adecuada para evitarlo.
En este contexto, el propio López Abad reconoció en una exposición pública "una responsabilidad compartida" en el origen de la crisis. "Es cierto que los bancos y cajas rebajamos las exigencias en materia de riesgo y que la masa de crédito creció exageradamente, pero otros agentes tampoco hicieron del todo sus deberes. Entre ellos, los bancos centrales, que tenían que haber encarecido los tipos y creado condiciones más exigentes" para el crédito.
Sin embargo, el apoyo interno (y el respaldo externo) a la gestión de López Abad se mantuvo, dado el impacto de la crisis en el conjunto del sector financiero. Ni siquiera los avisos lanzados por el Banco de España sirvieron para que se cuestionasen las decisiones de la dirección general de la caja, considerando que López Abad adoptaría en todo caso las medidas más acordes con los intereses del grupo al que ha dedicado la totalidad de su vida profesional.
Precisamente, ese puede haber sido uno de sus puntos débiles. Una de las críticas de las que está siendo objeto López Abad es que tal vez su alto grado de implicación personal en la entidad no le haya permitido, en esta ocasión, analizar la situación y su evolución de manera clara y realista. La CAM ha negociado en los últimos meses diversas opciones de integración (entre otras, con Caja Murcia, BBK, Caixa Galicia y Caja Madrid), pero no se llegó en ninguno de ellos a buen puerto. En el caso de Caja Madrid, la CAM se negó a adoptar el papel de ‘segunda', mientras que en el resto fueron las contrapartes las que rechazaron las pretensiones de control de la caja alicantina.
Este ha sido también, su talón de aquiles en el caso de Banco Base. La CAM ha insistido en mantener su peso en el SIP, conservando la cuota que le correspondería por volumen de negocio, sin tener en consideración la debilidad de sus ratios. Las discrepancias internas han acabado por tensar tanto la cuerda, que se ha roto.
¿Caminos separados?
Una ruptura que ha cogida por sorpresa a la mayoría de los miembros del consejo de administración y la alta dirección de la caja, que se han pronunciado en los últimos días en contra de la postura de López Abad de no comunicarles la situación real que atraviesa la entidad, que el lunes prácticamente duplicó el volumen de fondos solicitados al Frob, respecto al que había comunicado inicialmente, hasta los 2.748 millones de euros. Esta cantidad, junto a las ayudas solicitadas anteriormente, suponen que, en caso de no poder devolver el importe total, el 45% del capital de Banco Base quedaría en manos del Estado, escenario que han rechazado los otros tres socios del banco.
El futuro de la CAM está ahora rodeado de incertidumbre. La directiva de la entidad afirma que su intención es seguir adelante el proyecto de Banco Base, mientras el Banco de España se afana, contrarreloj, en encontrar a algún gran grupo dispuesto a integrar a la caja. En principio, ninguno se ha mostrado entusiasmado con la idea.
La solución está aún en el aire, pero la mayoría piensa que López Abad, que fue nombrado director general honorario de Caja Mediterráneo en el mes de noviembre, no formará parte de ninguna de las opciones que puedan prosperar.