En momentos muy anteriores los mercados de nuestras ciudades se vieron ocupados por los agricultores de forma fundamental, pero también de los pescadores o ganaderos, que así devinieron en pescaderos y carniceros, ya que todos ellos ofrecían al público los productos propios de su producción o extracción.
Por este motivo las paradas de alimentos estaban acordes con las temporadas y las distintas calidades que ofrecía cada comerciante productor. Eran mejores las naranjas que ofrecía zutano, e infinitamente superiores los corderos que traía mengano, fuesen de las tierras altas o de las bajas.
Pero esa forma de actuar ha ido desapareciendo paulatinamente, y los centros de distribución, los mercados de abastos de forma fundamental, proveen a los comerciantes de los mismos productos a los mismos precios, con lo cual resulta la mayor parte de las veces indiferente comprar aquí o allí.