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el muro

Turistas en bicicletas

  • Foto: KIKE TABERNER

Pregunta un amigo extranjero de visita por Valencia y mientras recorremos la ciudad, por qué se produce ese caos de tráfico urbano en horas punta por las Grandes Vías y las calles más céntricas cuando disponemos de un anillo ciclista tan versátil y circunvalaciones concéntricas.

Pues por eso mismo, le intento explicar. Damos vueltas. No somos radiales. Y las peatonalizaciones se han realizado, además, sin mucho criterio objetivo, antes y ahora, lo que complica todo un poco más. En un principio le cuesta entenderlo. Pero después sugiere que eso no es buen síntoma de sostenibilidad, algo a lo que le doy la razón. No somos una sociedad acostumbrada a los cambios radicales de un día para otro, le explico, ya que el exceso de información conduce a la desinformación y la ausencia de pedagogía comunicativa al absoluto desconocimiento.

Reconoce que las decisiones no deben tomarse de forma unilateral sino argumentadas, pactadas y racionalizadas o, al menos, bien estructuradas y sin flecos.  

Pero, al mismo tiempo, me hace reflexionar un poco más sobre aspectos económicos. Y es verdad, pienso. No sé por qué le han cogido tanta ojeriza al concejal en funciones de movilidad Grezzi cuando debe haber sido el edil que más faena municipal ha generado en esta ciudad. En realidad, lo que ha hecho ha sido dar trabajo a un montón de personas y empresas que se han encargado de construir los carriles bici y, además, ha generado una industria paralela. “Gracias” a él Valencia se ha llenado de casas de alquiler de bicicletas por horas o días y, además, ha redoblado la aparición de talleres de reparación de vehículos a dos ruedas. Es más, ha hecho florecer la industria del patinete y hará crecer la venta de cascos. Y como nos descuidemos hará todavía más poderosas a las empresas vinculadas al mundo de los seguros, que son de aúpa y no paran de dar la paliza al mediodía ofreciendo hasta seguros dentales para mascotas.

Es más, sus nuevas normas de movilidad podrían ser un filón para aligerar las arcas públicas si la nueva normativa se cumple a rajatabla y se aplican todas esas sanciones con las que nos amenazan: desde pedalear por aceras hasta aparcar motocicletas en espacio de paseantes si a 50 metros de distancia existe uno de esos mínimos cubículos habilitados en los barrios para tal efecto pero siempre completos.

Además, este nuevo consistorio tiene el argumento perfecto para llevarlo a la práctica. Sólo con que se cree una policía municipal de movilidad que se agazape cerca de cualquier casa de alquiler de bicicletas la recaudación podría ser de auténtico placer para nuestro edil de Hacienda. Porque supongo que a los visitantes a nuestra ciudad que alquilan esas bicicletas no se les habrá explicado ni se le explicará cómo deben de circular por la ciudad y las limitaciones y obligaciones de un alquiler. Tampoco sé si se habrán dado cursos o seminarios explicativos a los arrendatarios para su transmisión popular, e incluso si facilitarán mapas con los circuitos y al menos una síntesis de las normas municipales.

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